Qué ocurre en la pareja cuando llegan los hijos

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Desde el punto de vista sistémico, cuando vienen los hijos al mundo dos sistemas conviven.

Una pareja ya de por sí es un sistema y un sistema es un conjunto de personas entre los cuales existe una relación y una comunicación que tiene un sentido; y en la pareja el sentido está. 

Los sistemas se rigen por los principios sistémicos: pertenencia, orden y equilibrio. Para que exista la armonía en el sistema de la pareja, debería tenerse en cuenta los principios sistémicos dentro de este propio sistema. 

El principio de pertenencia nos lleva a dar pertenencia al otro tomándolo tal como es y mostrándome tal como soy para que el otro, también, me pueda tomar tal como soy.

El principio del equilibrio tiene que ver con un equilibrio cualitativo y dinámico entre el dar y el recibir.

Y el principio del orden tiene que ver con el hecho de que, en una pareja, la relación es una relación entre iguales.

¿Qué sucede en una pareja cuando empiezan a llegar los hijos?

Lo primero que hay que tener en cuenta a nivel sistémico es que se crea una nuevo sistema, que engloba la pareja  y que es el sistema de la familia. Pero, dentro del sistema de la familia, sigue existiendo el sistema de la pareja. 

En ocasiones sucede que, la atención de los padres (la pareja) se pone tantísimo en los hijos que se llega a perder incluso la noción de que existe un sistema previo (la pareja) que también hay que cuidar, mimar y velar porque esos principios sistémicos se tengan en cuenta.

Cuando se pierde de vista que hay una relación de pareja que, sistémicamente, hay que cuidar; puede empezar a haber una cierta desconexión emocional entre papá y mamá (la pareja). Esa desconexión o distancia emocional entre papá y mamá (la pareja), puede dar lugar a un patrón de desorden que llamamos triangulación: Uno de los hijos se sitúa entre papá y mamá con la idea inconsciente de acortar la distancia emocional entre ambos. Hace de bisagra, de puente. 

Esto es algo que sucede a nivel energético y para el hijo es realmente pesado, una auténtica carga y sucede en ocasiones cuando son muy pequeñitos. De alguna manera se sienten responsables de que papá y mamá estén unidos. También sienten que se tienen que dividir entre papá y mamá. Ser leal a uno o a otro cuando en su fuero interno sabe y siente que sistémicamente es 50% papá y 50% mamá. Esto puede ser muy desgarrador para el hijo.

Una de las consecuencias más importantes para el hijo, es que no está ocupando su lugar en la familia y por lo tanto su lugar en la vida y en el mundo. Está ocupando un lugar que no le corresponde y llevando una vida que no le corresponde asumiendo (inconscientemente) responsabilidades y cargas que no son suyas. No está llevando su propia vida. 

La solución está en que la pareja sea consciente de que hay un sistema (el sistema de la pareja) que está dentro de la familia y que hay que cuidar, mirar y velar por él. Tienen que encontrar el tiempo, el espacio y la atención para poder re-conectar emocionalmente y volver a darse pertenencia.

La llegada de hijos es un momento significativo en la vida de una pareja, marcando una transición que puede tener un impacto profundo en su relación. Este período, aunque emocionante, trae consigo una serie de cambios que pueden desafiar la dinámica previa de la pareja. 

Uno de los cambios más notables, además del anteriormente mencionado, es la reorganización de las prioridades. Antes de tener hijos, la pareja suele centrarse principalmente en su relación y en sus propios intereses. Sin embargo, con la llegada de los hijos, es natural que los padres comiencen a priorizar las necesidades de sus hijos. Esta reorientación puede llevar a una disminución en el tiempo y la atención que se dedican mutuamente, lo que a su vez puede generar sentimientos de pérdida o de ser menos importantes para el otro.

La crianza de hijos también conlleva estrés y desafíos. Desde el insomnio del bebé hasta la gestión del tiempo y las preocupaciones relacionadas con el trabajo, los padres pueden sentirse abrumados. Este estrés adicional puede crear tensiones en la relación de pareja, ya que ambos pueden experimentar la presión de cumplir con las expectativas y responsabilidades que implica ser padres.

La comunicación también puede verse afectada. Los desacuerdos sobre cómo criar a los hijos, las decisiones sobre la educación y la disciplina, o la gestión de las tareas diarias pueden dar lugar a conflictos. La falta de tiempo y energía para hablar y conectarse a nivel emocional puede llevar a una disminución en la comunicación efectiva entre los miembros de la pareja.

Además, la llegada de los hijos puede reforzar o desafiar los roles de género tradicionales en la pareja, lo que puede generar tensiones si no se abordan adecuadamente.

Desde una perspectiva terapéutica, es fundamental que las parejas reconozcan estos cambios como parte natural de la transición a la paternidad y la maternidad. También es crucial ser consciente de las posibles heridas o traumas emocionales que puedan surgir en este proceso y abordarlos de manera terapéutica para fortalecer la relación de pareja.

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