Los órdenes del amor
Bert Hellinger, filósofo y terapeuta alemán creador de las Constelaciones Familiares, desarrolló el concepto de los “Ordenes del amor” para describir las dinámicas y principios que regulan las relaciones humanas en el sistema familiar, principios que son extensibles también a otros sistemas como pueden ser la empresa, el grupo, el equipo, etcétera.
Cuando estos principios se desajustan pueden generar desequilibrios y conflictos en la vida de las personas. La razón por la que se producen estos desajustes está en las heridas y traumas no procesados o integrados que se transmiten de generación en generación a través de patrones familiares, experiencias perinatales, creencias y narrativas familiares además de síntomas.
Hellinger entendía que muchas de las dificultades personales, emocionales, relacionales o incluso enfermedades pueden tener su origen en estos traumas no integrados que se manifiestan en desórdenes dentro del sistema familiar y que, en el re-establecimiento de estos órdenes puede arrojar luz en el proceso de sanación
El principio de pertenencia
El primer orden del amor es el principio de pertenencia y este establece que todas las personas dentro del sistema familiar (y otros sistemas) tienen derecho a pertenecer al sistema, a ser reconocido y a tener un lugar en el sistema. La exclusión de un miembro ya sea de una manera consciente o inconsciente, puede generar enredos y desequilibrios que se manifiestan en las generaciones posteriores ya que el sistema tiende a “compensar” esta exclusión.
Es muy frecuente, por ejemplo, la exclusión de abortos, hijos no reconocidos o familiares que cometieron actos que pueden ser considerados vergonzosos. También es frecuente que no se hable de ciertas pérdidas dolorosas. Cuando excluimos algo, una parte de nuestra atención está totalmente atrapada en hacer lo posible para que eso no se vea, esto nos impide estar plenamente presentes en la vida y en las relaciones. Cuando un padre o una madre no puede estar plenamente presente, esto impacta significativamente en los hijos.
Los sistemas siempre quieren estar completos y, a menudo, cuando una persona es excluida, un descendiente posterior puede identificarse con ese miembro excluido asumiendo inconscientemente su carga, su destino o incluso algunos síntomas físicos y psicológicos.
El principio de orden o jerarquía
El segundo orden del amor establece que existe un orden o jerarquía natural dentro del propio sistema familiar. Esta jerarquía se basa en el orden de llegada al sistema. Primero llegan los padres y luego llegan los hijos y entre los hijos el orden de llegada también es importante.
En el caso de otros sistemas, como la empresa, el orden o la jerarquía también tiene diferentes escalas: la temporal, la propia de jerarquía, la del mérito, conocimiento, etcétera.
En ocasiones, cuando los padres presentan algún tipo de dificultad, los hijos intentan ocupar el lugar energético de los padres; por ejemplo, cuando un hijo cuida emocionalmente de la madre o el padre. Esto se conoce como parentificación y en este artículo conocerás más sobre este “desorden”.
Cuando no respetamos la jerarquía se producen tensiones en la familia. El miembro que se “desordena” no está llevando, en realidad, su propia vida y presente dificultades para conectar con sus deseos, sus necesidades o incluso sus relaciones importantes como la pareja. Así mismo, resulta sumamente estresante, intentar llevar tu propia vida y hacerte cargo de la vida de tu padre o madre (llevar la vida de tu abuela o abuelo).
El principio de equilibrio
El tercer orden del amor establece que debe existir un equilibrio entre el dar y el recibir en las relaciones familiares, pero con ciertos matices dependiendo del tipo de relación.
En una relación entre iguales, como por ejemplo la relación de pareja o entre hermanos, es importante que exista ese equilibrio. Cuando no esto no ocurre, afecta negativamente a la relación.
Entre padres e hijos, sin embargo, este equilibrio es diferente. Los padres dan la vida y los cuidados a los hijos, y los hijos no pueden devolver directamente lo que han recibido (algo tan grande como la vida); sin embargo, este "dar" se compensa cuando los hijos crecen y transmiten ese amor y cuidados a la siguiente generación o a la sociedad a través del desarrollo de su profesión o su aportación personal.
El equilibrio entre el dar y el recibir es un tema en cierta medida complejo. Para algunas personas, debido a su historia familiar, no les resulta fácil recibir. El que recibe se siente pequeño y el que da se siente grande, además entra en juego aquí también nuestra capacidad de sentirnos merecedores de lo que recibimos.
Adicionalmente, el dar de una manera transparente y honesta, en ocasiones tampoco es fácil. Muchas veces caemos en el juego de dar, dar y dar para recibir algo a cambio, para sentir que nos necesitan, para recibir admiración. Ese equilibrio entre el dar y el recibir es un equilibrio esencialmente cualitativo y no estrictamente cuantitativo.
Estar en contacto con nuestras propias necesidades es un aspecto necesario en este juego entre el dar y el recibir. Cuando no estamos conectados con ellas, este equilibrio se distorsiona. Estar en contacto con nuestras propias necesidades implica autoconciencia y autoempatía. Para que el principio de equilibrio funcione correctamente, es fundamental que sepamos qué necesitamos y cómo queremos recibir de los demás. Si no estamos conectados con nuestras necesidades corremos el riesgo de caer en dinámicas disfuncionales que rompen el equilibrio.
Cuando esto sucede corremos el riesgo de sobrecompensar en nuestras relaciones, dando más de lo que podemos o deberíamos. Este tipo de comportamiento puede llevar a un desequilibrio crónico en las relaciones, donde una persona siempre da más de lo que recibe, creando resentimiento, agotamiento o sensación de vacío emocional. Las personas que se desconectan de sus necesidades a menudo no se permiten recibir de los demás, lo que perpetúa un ciclo de desequilibrio.
Cuando, además, tenemos dificultad para expresar nuestras necesidades o no estamos en contacto con ellas, podemos bloquear la reciprocidad en nuestras relaciones. Por ejemplo, si alguien no es consciente de sus propias necesidades emocionales, puede sentirse incómodo o incapaz de aceptar el apoyo o el cariño de los demás. Esto rompe el equilibrio entre dar y recibir y puede hacer que las personas a su alrededor sientan que sus esfuerzos por conectar o cuidar no son bienvenidos, valorados o tenidos en cuenta.
Por otro lado, si no somos conscientes de nuestras necesidades, podemos tomar en exceso de los demás sin siquiera darnos cuenta de que no estamos equilibrando lo que recibimos con lo que ofrecemos. Esto puede generar una sensación de "deuda" en la relación, tanto en nosotros como en la otra persona, afectando la dinámica emocional.
En este tipo de dinámicas es muy frecuente que caigamos en patrones en los que esperamos que la otra persona adivine por ciencia infusa qué necesitamos o deseamos. No somos conscientes o no nos atrevemos a comunicar nuestras necesidades y sufrimos enormemente la carencia, proyectando en el otro la responsabilidad de cubrirla.
Hellinger describía los órdenes del amor como algo que trasciende lo individual, tocando el nivel sistémico familiar y transgeneracional. Cuando se restauran estos órdenes, el amor dentro de la familia puede fluir de manera más armoniosa, y las personas pueden liberarse de cargas que no les pertenecen, llevando una vida más plena y libre de los patrones familiares que conllevan sufrimiento.
Los órdenes del amor nos invitan a reflexionar sobre la importancia de cada miembro de nuestra familia, el respeto a los que vinieron antes que nosotros y el equilibrio en nuestras relaciones. Al observar y honrar estos principios, podemos experimentar una mayor paz interior y armonía en nuestras relaciones.
En Constelaciones Familiares trabajamos para desvelar las dinámicas ocultas y los desórdenes que pueden estar afectando a una persona en su vida presente. Si deseas conocer más acerca de las Constelaciones y ver en práctica la aplicación de estos órdenes, te invitamos a que conozcas nuestros talleres de Constelaciones y sesiones individuales.
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