El impacto de los secretos en el sistema familiar
Los secretos separan. Esto es algo que he podido comprobar repetidas veces, tanto en carne propia como en muchas de las personas con las que hemos trabajado en terapia o en constelaciones. Los secretos atrapan nuestra atención: dedicamos cantidades importantes de atención y energía a ocultarlo y a que no se note, porque otra de las características de los secretos es que habitualmente van acompañadas de una emoción intensa que, además, tratamos de reprimir. Pero la emoción no desaparece, sino que queda oculta junto al secreto y acaba pasándonos factura en forma de síntomas emocionales como la ansiedad, problemas de salud o incluso algunos patrones de comportamiento que no siempre son muy funcionales.
Cuando hablamos de secretos, podríamos diferenciar entre 3 tipos de secretos:
Un secreto individual es aquel que solo una persona en la familia conoce. Suelen ser por ejemplo temas de salud, adicciones, problemas financieros o laborales, etcétera. En el caso de las relaciones más íntimas este secreto se convierte en un elemento que separa emocionalmente y que además dificulta que la persona esté plenamente presente en la relación. Separa emocionalmente porque la persona está ocultando una parte importante de ella, no se está entregando plenamente y está fundamentalmente ocultando su propia vulnerabilidad; y dificulta que esté plenamente presente en la relación porque una parte importante de su atención está siendo empleada para ocultar ese secreto y que, además, no se note.
Un secreto compartido es aquel que conocen algunos miembros del sistema, mientras que otros lo desconocen por completo. Esto impacta profundamente en un sistema que queda dividido entre aquellos que lo saben y los que no lo saben, generando lealtades silenciosas que afectan a la comunicación y que, además, establece jerarquías y juegos de poder y cercanía emocional.
Los secretos generacionales, sin embargo, son aquellos que se transmiten de generación en generación. Por ejemplo, situaciones traumáticas, la pérdida de algún familiar en circunstancias violentas, un acto de deshonor para la familia, un hijo fuera del núcleo familiar, etcétera. Lo curioso de este tipo de secretos es que, aunque los descendientes no conocen los detalles del asunto, la carga emocional sigue presente. Los descendientes la perciben y son conscientes de que hay una realidad oculta en la familia de lo que no se puede hablar. Estamos ante un auténtico trauma transgeneracional que puede causar miedo, ansiedad, desconfianza, inseguridad y una infinidad de síntomas.
Los secretos también pueden causar lealtades inconscientes. Desde el punto de vista sistémico, los sistemas siempre quieren estar completos en lo que a sus miembros y su historia se refiere. En estos casos, un miembro de la familia puede, por ejemplo, adoptar comportamientos, roles o emociones sin darse cuenta de que responde a una historia familiar oculta.
A nivel individual hay que tener en cuenta que construimos nuestra identidad a partir de una narrativa que integra no solo nuestra historia personal sino también la historia familiar. Cuando hay un secreto familiar presente, parte de la historia familiar está incompleta o deformada y esto puede impactar en nuestro propio autoconocepto o sentido de pertenencia al sistema familiar.
Los secretos en constelaciones familiares
Desde el punto de vista de las Constelaciones Familiares, el secreto además se convierte en una exclusión, impactando directamente en el propio sistema familiar sino también en el de los descendientes.
Uno de los principios fundamentales de las Constelaciones Familiares es el principio de pertenencia, que postula que todos los miembros del sistema familiar tienen derecho a pertenecer a la familia. Cuando un secreto familiar implica la exclusión de un miembro, por ejemplo, deja de haber relación con él/ella o se deja de hablar de esta persona, esta exclusión puede provocar un desorden en el sistema familiar.
Los secretos familiares representan algo parecido a una “memoria oculta”. Aunque el secreto permanece en silencio, su energía sigue presente en la familia y afecta a los descendientes. Los hijos intuyen que hay algo presente en la historia familiar sobre lo que no se puede hablar y los descendientes en ocasiones pueden cargar inconscientemente con el peso del secreto o tratar de hacerlo visible a través de lealtades ocultas, patrones de comportamiento, síntomas o historias que se repiten. De nuevo, los sistemas siempre buscan estar completos y lo que vivimos entonces como problemas o desafíos se convierten en una vía para traer al consciente lo que está en el inconsciente (el secreto) y encontrar así su completitud.
Otro de los principios sistémicos que pueden verse alterados por los secretos familiares es el principio del orden. Según este principio, cada miembro tiene un lugar en el sistema familiar, que corresponde a su llegada al sistema; o lo que es lo mismo: el primero que llega al sistema es el primero, el segundo el segundo y así sucesivamente. Cuando una persona del sistema es excluida es frecuente que esto afecte a ese sentido del orden ya que se trata de borrar también el lugar que ha tenido en el sistema.
Pongamos el ejemplo de unos padres que pierden su primer hijo a una edad muy temprana. Esto de manera consciente o inconsciente, por el dolor que supone, se acaba convirtiendo en un secreto. Es algo de lo que no se habla en la familia. A posteriori llegan otros hijos y el primer hijo superviviente ocupa el primer lugar del subsistema de los hijos, sin tener en cuenta al hijo fallecido. En más de una ocasión, en una constelación, hemos podido ver como algunas sensaciones sentidas de no encontrar el lugar en el mundo o de estar llevando una vida que no es suya, está relacionada con alguna alteración del orden sistémico como la que he mencionado.
Es habitual que, en una constelación familiar, el secreto se vea desvelado por medio de la gramática, la dinámica que se presenta y los propios representantes que simbolizan a los miembros de la familia o a los sentimientos ocultos. La Constelación es una herramienta que nos permite arrojar luz sobre esas dinámicas ocultas que hacen visible el secreto. Esto va a permitir que tanto la persona que constela como los participantes puedan visibilizar la influencia que ha tenido ese secreto en ese sistema y dar reconocimiento a los miembros o las emociones excluidas con este secreto.
Cuando hacemos visible lo invisible se libera una carga emocional, pero además nos permite empezar a apropiarnos de un nuevo punto de vista que, en muchísimas ocasiones, nos enfoca hacia una nueva solución, perspectiva o forma de vivir las cosas.
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