El principio de pertenencia en Constelaciones Familiares

La pertenencia es una necesidad absolutamente humana y antropológica. Al nacer estamos tan desvalidos que no somos capaces si quiera de comer por nosotros mismos, abrigarnos o movilizarnos con un mínimo de coordinación. Estar en relación, pertenecer a un sistema en el sentido físico más absoluto de la palabra se convierte, por tanto, en una cuestión de supervivencia.

Desde la perspectiva sistémica y de las constelaciones familiares, el principio de pertenencia es uno de los tres órdenes del amor que rigen el bienestar y el equilibrio dentro de los sistemas familiares (y otros sistemas). 

Según este principio, todos los miembros del sistema familiar tienen el mismo derecho a pertenecer al sistema, independientemente de lo que haya ocurrido con sus vidas, con las acciones que hayan realizado, comportamientos o cómo hayan sido percibidos por los demás miembros del sistema. Cuando excluimos o negamos la existencia de uno de los miembros del sistema, esto puede causar desequilibrios que se manifiestan en generaciones posteriores afectando a los descendientes de manera inconsciente.

Y te preguntarás ¿cómo es posible esto? Según la perspectiva sistémica, la familia es un sistema interconectado en el que cada miembro tiene una función y un lugar. Este sistema sigue ciertas reglas o principios (los órdenes del amor que hemos mencionado anteriormente) que son necesarios para mantener el orden y el equilibrio en el grupo.

Cuando un miembro del sistema familiar es excluido, rechazado o negado, el sistema pierde su equilibrio natural. Un sistema busca siempre restablecer el equilibrio o la homeostasis para sobrevivir y poder seguir adelante. Al no reconocerse a un miembro de la familia, se genera una tensión no resuelta que se transmite a los descendientes, ya que el sistema intenta, de manera inconsciente, compensar la exclusión.

Por ejemplo, cuando un progenitor carga con dinámicas inconscientes no resueltas de sus propios sistemas familiares, como la exclusión de un miembro o lealtades invisibles hacia antepasados excluidos, parte de su energía emocional y atención está dirigida hacia esas cargas internas, incluso si no son conscientes de ello. Esto significa que no están completamente disponibles emocionalmente para sus hijos, ya que una parte de su energía está dedicada a lidiar, aunque de forma inconsciente, con esas cargas familiares.

Algunos ejemplos de exclusión

Cuando un miembro de la familia es olvidado, rechazado o deshonrado, el sistema entra en un estado de desarmonía. Estas exclusiones pueden deberse a múltiples razones, como vergüenza, culpa o dificultades para manejar el dolor de una pérdida. Algunos ejemplos comunes de exclusión incluyen:

• Hijos que no fueron reconocidos por sus padres, hijos adoptados o abortos ya sean de causa natural o provocadas.
• Familiares que murieron jóvenes o en circunstancias trágicas. El dolor es tan grande que no se habla de ello
• Aquellos que fueron marginados por tener problemas mentales o discapacidades físicas.
• Familiares que cometieron actos ilegales o inmorales, desde la perspectiva del sistema familiar o del contexto cultural.

La exclusión de estos miembros lleva a que el sistema busque compensar la falta de dicho miembro, y esto puede afectar a otros familiares, quienes "cargarán" con el destino del excluido. Los sistemas siempre buscan estar completos y esta es una de las formas en las que los patrones y lealtades familiares inconscientes pueden repetirse en generaciones posteriores. En constelaciones podemos ver cómo, en ocasiones, un descendiente asume sin saberlo comportamientos, enfermedades, adicciones, dificultades en las relaciones o fracasos laborales como una forma de representar a ese miembro excluido.

Este principio de pertenencia también puede aplicarse a sistemas más amplios como equipos, organizaciones o empresas. En estos contextos, también puede haber personas excluidas (empleados despedidos de forma injusta, fundadores olvidados, hechos traumáticos, etc.) que afectan la armonía del grupo. Restablecer el sentido de pertenencia se convierte en una clave para detectar dinámicas inconscientes, mejorar rendimiento y relaciones entre el grupo.

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