8 mitos sobre constelar a un hijo

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8 mitos sobre constelar a un hijo

En torno a la práctica de las Constelaciones Familiares y, en particular, al hecho o la petición de "constelar a un hijo", han surgido varios mitos y malentendidos. Con mucha frecuencia, estos mitos se deben a una comprensión superficial o malinterpretada del propio método, o a la falta de claridad sobre cómo funcionan las constelaciones y en este artículo nos gustaría arrojar un poco de luz acerca de estos mitos.

Mito #1: Constelar a un hijo puede ayudar a que cambie su comportamiento o a que él sea como yo creo que tiene que ser.

La realidad es que las constelaciones familiares no tienen como objetivo controlar o manipular a las personas, sino más bien revelar las dinámicas inconscientes que pueden estar influyendo en ellas.

Si un hijo está manifestando ciertos comportamientos que la madre o el padre identifica como problemáticos, una constelación puede ofrecer una visión más profunda sobre qué dinámicas subyacentes están contribuyendo a esos comportamientos. Esta visión no impone un cambio, sino que puede contribuir a que los padres tomen responsabilidad sobre lo que está sucediendo y así poder liberar las cargas emocionales o sistémicas que puedan estar afectando al hijo.

Mito #2: Si un padre o una madre constela, el hijo cambia automáticamente y “se sana”

Si bien las constelaciones pueden generar cambios significativos a nivel energético o emocional en el sistema familiar, no siempre se ve un cambio inmediato o visible. En muchísimas ocasiones, la constelación desvela cuestiones sobre las cuales deben tomar responsabilidad los propios padres (por ejemplo, el hecho de responsabilizar a sus hijos de su estado emocional), modificar estos patrones lleva su tiempo y en muchos casos, los efectos de la constelación se manifiestan de forma gradual, y el cambio puede ser más sutil y profundo que lo que se percibe en el corto plazo. Además, el resultado depende de muchos factores, incluyendo la disposición del sistema familiar para moverse hacia el equilibrio y la propia apertura del hijo para cambiar.

Mito #3: Constelar a un hijo implica que el problema es del hijo

A menudo se cree erróneamente que, si se constela a un hijo, es porque el problema está en el hijo. Sin embargo, en las constelaciones familiares lo que podemos ver es que el enfoque está en el sistema completo y no en culpar a un individuo en particular. El hijo puede estar mostrando un síntoma o un comportamiento, pero en muchísimas ocasiones, esto no es más que una manifestación de dinámicas no resueltas en el sistema familiar más amplio.

Por ejemplo, un hijo puede estar actuando de manera rebelde o con dificultades de salud, pero la raíz del problema puede estar relacionada con un conflicto no resuelto entre los padres, o con un trauma que viene de generaciones anteriores. En ese sentido, constelar al hijo no significa que el problema sea "del hijo", sino que él puede estar expresando algo que afecta al sistema familiar en su conjunto.

Mito #4: Los padres deben constelar a sus hijos para protegerlos

Algunos padres creen que constelar a los hijos es algo así como un medida preventiva o protectora para evitar que sufran problemas en un futuro. Las constelaciones familiares pueden ayudar a deshacer patrones disfuncionales y liberar cargas transgeneracionales, pero no son un método preventivo en el sentido tradicional. Constelar a un hijo nunca va a garantizarte que un hijo no enfrentará desafíos en su vida, sino que lo que va a hacer es ayudarte a desenterrar influencias ocultas que pueden estar afectando su bienestar.

Cada individuo, incluidos nuestros hijos, tiene su propio camino y aprendizaje en la vida. El trabajo en constelaciones no es una forma de "blindar" o "proteger" a los hijos de todas las dificultades, sino una herramienta para ayudar a resolver los conflictos sistémicos que ya están presentes.

Mito #5: Las constelaciones son mágicas y esotéricas

Aunque las constelaciones familiares pueden parecer misteriosas o esotéricas para quienes no están familiarizados con ellas, no se trata de un proceso mágico ni sobrenatural. Es cierto que la ciencia aún no ha conseguido explicar cómo en una constelación, los representantes logran representar de manera tan fidedigna el rol que están desempeñando; pero la ciencia tampoco ha conseguido explicar aún cuál es el origen de la materia oscura, el efecto placebo o por qué se producen ciertos movimientos migratorios (por poner un ejemplo). El creador de las constelaciones familiares, Bert Hellinger, se basó en la observación y el análisis de dinámicas familiares complejas y utilizó la representación visual y energética para explorar las interacciones humanas.

Es cierto que las constelaciones pueden parecer "mágicas" porque en muchos casos revelan dinámicas inconscientes de una manera rápida y clara. Sin embargo, su funcionamiento se basa en principios psicológicos, sistémicos y relacionales, no en elementos esotéricos o místicos.

Mito #6: Si constelas a un hijo, este no tiene que hacer nada más

Algunos piensan que, después de una constelación, no es necesario hacer trabajo personal o terapéutico y muchas veces es precisamente todo lo contrario. Las constelaciones pueden generar un gran avance, en forma de descarga energética y emocional y de toma de conciencia, pero no siempre sustituyen la necesidad de otras formas de terapia, trabajo emocional o cambios en el comportamiento.

Es muy frecuente que, después de una constelación, tanto los padres como el hijo necesiten continuar trabajando en ciertos aspectos, ya sea a través de terapia, el diálogo familiar, la mediación o incluso cambios en la dinámica familiar. Las constelaciones no son una solución única ni excluyen otros métodos de trabajo personal y familiar.

Mito #7: Solo los padres tienen que constelar, los hijos no.

Algunas personas creen que solo los padres deben constelar y que los hijos no deberían participar en una constelación, especialmente si son menores de edad. Aunque muchas veces es más apropiado que los padres constelen por los hijos, dependiendo de la edad y la madurez del hijo, él o ella también puede participar en una constelación. Lo importante es que, tanto si constela y participa el hijo, como si lo hacen los padres, el trabajo respete el proceso individual del hijo y no se busque imponer cambios de manera forzada.

Mito #8: La constelación acaba con el “karma” familiar

Algunos creen que constelar a los hijos es una manera de "limpiar" el karma familiar o de resolver, de una vez por todas, los problemas que vienen de generaciones anteriores. Las constelaciones ayudan a desvelar esas dinámicas transgeneracionales y patrones familiares, pero no evitan las lecciones y experiencias que la vida pueda presentar.

El enfoque de las constelaciones no se basa en el concepto de karma, sino en la idea de que las cargas emocionales y los traumas no resueltos pueden transmitirse de una generación a otra. El objetivo de una constelación es desvelar las dinámicas inconscientes que están transmitiendo esas cargas para que, se tome responsabilidad sobre ello en esta generación. Como resultado, podremos vivir de una manera más libre y armoniosa y las generaciones futuras también podrán hacerlo, pero eso no significa que la vida estará libre de desafíos.

Como en cualquier proceso terapéutico, es esencial que nos acerquemos a las constelaciones con una mentalidad abierta, pero también realista, comprendiendo que el cambio y la sanación son procesos que pueden tomar tiempo y esfuerzo. No se trata de soluciones mágicas, sino de aperturas de procesos y cambios sobre los cuales tenemos que tomar responsabilidad.

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