Constelar a un hijo
Con bastante frecuencia recibimos peticiones de madres o padres preocupados que nos piden constelar a su hijo o hija. En torno a este asunto existen ciertos mitos y/o malos entendidos acerca de qué significa constelar a un hijo.
Constelar a un hijo no es otra cosa que utilizar una herramienta como las constelaciones para explorar las dinámicas familiares e inconscientes que pueden estar afectándole e influenciándole.
Las constelaciones familiares parten de la base de que el ser humano es un individuo sistémico y necesita estar en relación para sobrevivir y desarrollarse. Todos formamos parte de una familia y estamos vinculados a nuestra familia y a nuestros antepasados independientemente de si los hemos conocido directamente o no.
La herencia sistémica-familiar se transmite a través de diferentes mecanismos: costumbres, estilos de crianza, patrones familiares, narrativa familiar, epigenética, creencias... Esta herencia incluye tanto lo visible como lo invisible, incluyendo ahí los traumas y asuntos no resueltos por nuestros padres y antepasados, así como los roles que desempeñamos dentro de la familia y las dinámicas de amor y dolor que pueden generar desequilibrios en el sistema familiar y en sus miembros.
En una constelación, un padre o una madre puede trabajar directamente con un asunto relacionado con su hijo o hija. No se trata de cambiar al hijo, tampoco de borrar el “karma” familiar, sino de explorar y comprender las dinámicas familiares que pueden estar afectando su comportamiento, emociones o desarrollo. A partir de ahí el padre o la madre puede tomar responsabilidad sobre lo que a él le concierne. Por ejemplo: en una constelación en la que unos padres que vienen preocupados a constelar la ansiedad y los miedos de su hija de 9 años, estos pueden darse cuenta de que han estado tan enredados en sus conflictos de pareja que esto ha afectado profundamente a su hija generándole ese síntoma.
Algunos temas comunes que podemos constelar con relación a un hijo:
Síntomas de salud física o mental: a veces, algunos problemas de salud recurrentes en los hijos pueden estar vinculados a emociones o conflictos familiares no resueltos. Esto no implica, de ninguna manera, que la constelación reemplace un tratamiento médico, pero puede arrojar luz y complementar el trabajo terapéutico al desvelar posibles influencias sistémicas tal y como hemos visto en el ejemplo anterior.
Dificultades académicas o en las relaciones sociales: los problemas en el rendimiento académico o en las relaciones con otros niños pueden estar relacionados con la dinámica familiar subyacente. La constelación puede ayudar a los padres a entender de dónde provienen estos patrones y cómo resolverlos. En el ejemplo anterior, al mismo tiempo la hija puede estar presentando problemas de rendimiento académico. La ansiedad y los elevados niveles de cortisol en una edad temprana para el niño pueden afectar al funcionamiento de la amígdala, la corteza prefrontal y el hipocampo del niño, dificultando su capacidad para concentrarse y mantenerse enfocado.
Dificultades en la relación con hijos adoptados o que han sufrido una separación temprana: cuando un hijo ha sido adoptado o ha habido una separación familiar importante (divorcio, abandono, etc.), pueden surgir dinámicas profundas de pertenencia y exclusión. Constelar estos casos ayuda a restaurar la paz en el sistema familiar y a entender el origen del conflicto.
Patrones repetitivos: en muchos casos, los padres notan que los hijos repiten ciertos patrones familiares, como la adicción, el fracaso en las relaciones, o dificultades económicas. Estos patrones, según el enfoque de las constelaciones familiares, podrían estar ligados a lealtades invisibles hacia miembros de la familia que pasaron por situaciones similares. También hay que tener en cuenta que los niños aprenden por modelaje e imitación de sus mayores.
Otros...
Constelar a un hijo cuando ya es adulto
Uno de los principios clave en las constelaciones familiares es el respeto por la autonomía y el destino de cada miembro del sistema. Cuando un hijo llega a la edad adulta, se espera que tenga la capacidad de asumir la responsabilidad por su propia vida, decisiones y problemas. En este sentido, constelar a un hijo adulto puede generar un conflicto de autonomía y suponer una falta de respeto a su destino y camino evolutivo, especialmente si el hijo no ha dado su consentimiento o si no está interesado en participar en una constelación.
Somos conscientes de que los padres, incluso cuando sus hijos son adultos, a menudo sienten la responsabilidad de protegerlos o ayudarlos y que sufren cuando sus hijos atraviesan una dificultad. Sin embargo, cuando el hijo ya es mayor, la dinámica cambia. Si bien cuando los hijos son pequeños los padres actúan como guías y protectores, cuando estos alcanzan la edad adulta, en lugar de intervenir directamente, deben dejar que los hijos adultos asuman el control de sus propias vidas.
En estos casos particulares, nuestra sugerencia es la de que el padre o la madre que viene a constelar explore qué le sucede a él o ella con la dificultad que está experimentando su hijo. En este sentido es crucial distinguir entre "constelar por el hijo" y "constelar para el hijo". Constelar por el hijo implica que el padre o la madre está mirando las dinámicas familiares en relación con el hijo, buscando comprender mejor su situación dentro del sistema familiar. Constelar para el hijo, sin su consentimiento, puede ser una forma sutil (o no tan sutil) de intentar cambiar o controlar su destino y, desde nuestro punto de vista, es una falta de respeto a su naturaleza, autonomía y su propio proceso de crecimiento.
Cuando un padre o una madre intenta constelar a sus hijos ya adultos, puede ser un claro indicio de que presenta una dificultad subyacente para "soltar" el rol parental. En las constelaciones familiares, ponemos un gran énfasis en el orden y jerarquía dentro del sistema familiar. Los padres tienen el rol de dar y los hijos el de recibir, pero cuando el hijo ya es adulto, este flujo de energía cambia. Es importante que los padres reconozcan el derecho de los hijos adultos a tomar sus propias decisiones y gestionar sus propios destinos y caminos evolutivos, aunque eso implique enfrentar dificultades o aprender a través de ellas.
Los padres que no logran aceptar que sus hijos ya no necesitan su intervención constante, aprobación o supervisión pueden perpetuar un desequilibrio en la relación y generar innumerables tensiones. Constelar la situación con un hijo adulto, abre la puerta a que los padres trabajen sobre su propio rol y aprendan a soltar y confiar en los recursos de sus hijos, respetando su independencia y sus decisiones de vida.
Constelar a un hijo cuando ya es adulto puede ser un asunto, desde nuestro punto de vista, sumamente delicado y debe abordarse con mucho cuidado y respeto por la autonomía, la vida y el destino evolutivo del hijo. Para ello es fundamental que la constelación se enfoque, no desde el lugar de querer arreglar o controlar la vida de los hijos ya adultos, sino desde la intención de resolver las dinámicas familiares que pueden estar afectando a todo el sistema (y a este hijo). El respeto por el libre albedrío del hijo adulto, su proceso personal y la aceptación de su responsabilidad son aspectos clave para que la constelación sea efectiva y amorosa y respetuosa para todos los implicados.
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