Qué ocurre en nuestro cerebro cuando nos enfrentamos a un proceso de cambio

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Qué pasa en el cerebro en los procesos de cambio

Una de las principales características de cualquier proceso que implique un cambio es que, en mayor o menor medida, nos enfrentamos a lo impredecible, a lo desconocido. La respuesta del cerebro ante este tipo de situaciones es absolutamente fascinante y compleja. Cuando nos enfrentamos a lo desconocido se activan varios procesos y áreas cerebrales que involucran tanto aspectos emocionales como cognitivos. 

Nuestro cerebro está constantemente intentando predecir el futuro basándose en experiencias previas. Desde una perspectiva evolutiva, la capacidad para predecir peligros potenciales en nuestro entorno ha sido algo crucial para la supervivencia; nos permite anticipar amenazas y oportunidades, lo que a su vez nos ayuda a prepararnos adecuadamente para huir de un peligro inminente o aprovechar recursos valiosos.  

La detección y evaluación del cambio 

En este proceso de detectar el cambio, evaluarlo y predecir el futuro entran en juego: 

Corteza prefrontal: la capacidad de planificar, anticipar y predecir se encuentra arraigada en esta zona de nuestro cerebro. Esta región del cerebro evalúa la relevancia y las implicaciones del cambio comparándolas con experiencias pasadas y expectativas futuras. Nos ayuda a determinar si el cambio es una amenaza o una oportunidad, y a elaborar estrategias para afrontarlo. 

Sistema límbico: en el sistema límbico encontramos la amígdala, región del cerebro asociada con la respuesta. Cuando nos enfrentamos a situaciones inesperadas la amígdala puede activarse, desencadenando respuestas emocionales que pueden ir desde la sorpresa y el asombro hasta el miedo y la ansiedad, dependiendo de cómo interpretemos la incertidumbre del cambio al que nos enfrentamos.  El hipocampo, por otro lado, nos va a ayudar a contextualizar el cambio en base a experiencias pasadas. Esta estructura cerebral es crítica en los procesos de cambio, principalmente por su importante papel en la formación de memorias, el aprendizaje y la navegación espacial. Durante los procesos de cambio el hipocampo se activa intensamente para procesar y almacenar cualquier tipo de información nueva que nos llegue. 

La respuesta emocional 

Asociado a este proceso de evaluación y predicción del futuro, se activa también una respuesta emocional y fisiológica, especialmente si se detecta una cierta sensación de peligro. La activación de la amígdala, de la cual hemos hablado antes, puede iniciar una respuesta de estrés liberando cortisol y preparando el cuerpo para la acción (mecanismo de lucha-huida-congelación). 

Cuando el cambio (y su incertidumbre) es interpretado como positivo, la amígdala puede responder desencadenando otras respuestas emocionales, como puede ser la sorpresa o el asombro, y se activa también el sistema de recompensa del cerebro. Cuando ocurre algo inesperado pero positivo, este sistema libera dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer y la motivación que nos invita a seguir explorando y aprendiendo. 

Aprendizaje y adaptación 

Esta fase de aprendizaje y adaptación es crucial en el proceso de cambio y refleja la capacidad de nuestro cerebro para ajustarse a las nuevas circunstancias, ambientes y conocimientos que ha traído este proceso. Esta fase permite, no solo incorporar nueva información, sino también reevaluar y modificar nuestros comportamientos y estrategias previos en función de una nueva comprensión. 

Tanto el aprendizaje como la adaptación son parte de la capacidad de nuestro cerebro para cambiar y reorganizarse formando nuevas conexiones neuronales (plasticidad neuronal). A medida que aprendemos, las conexiones entre nuestras neuronas se fortalecen o debilitan en lo que conocemos como la plasticidad sináptica. También se ha podido comprobar que, aunque en menor medida, en otras áreas del cerebro, como el hipocampo, se pueden formar nuevas neuronas a lo largo de toda nuestra vida. Este proceso, conocido como neurogénesis, también contribuye al aprendizaje y la adaptación.  

La corteza prefrontal también juega un papel crucial en este proceso de adaptación y actualización de nuestras expectativas y conocimientos. La nueva información debe ser procesada lo que implica dar sentido a la nueva información y reevaluar nuestras creencias y conocimientos previos a la luz de nueva información. Paralelamente, el hipocampo nos va a permitir integrar la experiencia del cambio en nuestra memoria a largo plazo, algo que es clave para el aprendizaje y la adaptación futura. 

La resiliencia en los procesos de cambio 

Los procesos de cambio actúan como catalizadores para el desarrollo de la resiliencia, desafiando a las personas a aprender, adaptarse, y crecer. La resiliencia no es una cualidad innata en nosotros, sino es una habilidad que se desarrolla y fortalece a través de las experiencias de la vida, especialmente aquellas que implican cambios significativos o desafíos. Los procesos de cambio suelen presentar situaciones difíciles o desconocidas que requieren de soluciones adaptativas. Cuando superamos esos obstáculos y aprendemos a manejar mejor la incertidumbre y el estrés, desarrollamos una mayor confianza en nuestra capacidad para afrontar desafíos futuros 

Nuestra resiliencia se ve reforzada, también por nuestra flexibilidad cognitiva, la capacidad para pensar en diferentes formas y adaptar los pensamientos a situaciones cambiantes, algo que se potencia en los procesos de cambio. Esta flexibilidad, esencial para la resiliencia, permite que nos ajustemos más fácilmente a las circunstancias cambiantes, así como que encontremos soluciones innovadoras a los problemas. 


Los cambios, ya sean elegidos o impuestos, nos desafían a mirar dentro de nosotros mismos y a redescubrir nuestras fortalezas. Nos enseñan que poseemos una capacidad innata para adaptarnos y crecer. Cada nueva experiencia es una oportunidad para aprender y avanzar en nuestro camino, convirtiendo los retos en escalones hacia nuestro desarrollo personal. Abrazar el cambio es abrazar la posibilidad de evolucionar, en la adaptación se encuentra nuestra verdadera esencia.

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