Qué es la indefensión aprendida
La indefensión aprendida es un concepto psicológico que describe una condición en la cual una persona se siente incapaz de cambiar su situación, independientemente de su capacidad real para hacerlo, debido a experiencias previas en las que no pudo, de ninguna manera, influir en el resultado de eventos negativos.
Esta condición fue identificada y estudiada por primera vez por los psicólogos Martin Seligman y Steven Maier en la década de 1960 a partir de un estudio realizado con perros que fueron expuestos a descargas eléctricas inescapables. Posteriormente, cuando los perros tenían la oportunidad de evitar las descargas escapando, muchos de ellos no lo hicieron a pesar de poder hacerlo. Este comportamiento sugirió que los perros habían aprendido que no podían influir en su situación, desarrollando así una situación de indefensión.
Las principales características de la indefensión aprendida son:
- Cuando experimentamos indefensión aprendida tendemos a volvernos pasivos, sentimos que cambiar situaciones negativas y ni siquiera lo intentamos, incluso cuando podemos hacerlo.
- La sensación de que no tenemos control sobre los eventos que estamos viviendo o experimentando es central en la indefensión aprendida. Las personas con indefensión aprendida sienten que sus acciones no tienen impacto en el resultado.
- La percepción de falta de control conduce a una pérdida de la motivación necesaria para intentar cambiar las circunstancias.
- La indefensión aprendida puede estar asociada con sentimientos de desesperanza, depresión, ansiedad y baja autoestima.
El origen de la indefensión aprendida puede estar en una variedad de factores y experiencias, vividos tanto en la infancia como en la vida adulta:
Experiencias previas de incontrolabilidad como crecer en un entorno donde el abuso, el trauma o la negligencia están constantemente presente puede enseñar al niño que no hay forma en la que se pueda influir sobre las circunstancias que está viviendo. En la infancia, el niño no tiene recursos ni herramientas como para poder hacer frente por sí solo a esas situaciones y esta inescapabilidad e incapacidad de controlar lo que está sucediendo y viviendo deja una profunda huella en su sistema nervioso.
Una narrativa familiar donde esté también presente la indefensión aprendida en los padres a través de actitudes, patrones de conducta, patrones de pensamiento negativos y creencias pueden influir a través del modelaje de comportamientos.
Factores sociales como la pobreza, la falta de oportunidades educativas y laborales, y la desigualdad social pueden contribuir a la percepción de falta de control. Algunas culturas y normas sociales pueden reforzar la pasividad y la aceptación de la incontrolabilidad, especialmente en contextos donde la obediencia y la conformidad son altamente valoradas. La falta de una red de apoyo fuerte y efectiva puede contribuir a la sensación de indefensión. Las personas que no tienen a quién recurrir en momentos de dificultad pueden sentirse más aisladas y sin poder.
La indefensión aprendida puede tener un impacto profundo en diversas áreas de nuestra vida, pudiendo contribuir al desarrollo de trastornos depresivos y de ansiedad. La indefensión aprendida puede llevar a que nos rindamos fácilmente ante los desafíos, afectando profundamente a nuestro rendimiento académico y nuestra productividad laboral. Paralelamente esta sensación de impotencia puede influir negativamente en la forma en que interactuamos con otros, llevando a problemas en nuestras relaciones personales.
Superar la indefensión aprendida
Superar la indefensión aprendida implica un trabajo profundo de introspección y autoconocimiento que puede requerir de ayuda terapéutica. El primer paso es siempre se consciente de la indefensión aprendida. La indefensión aprendida afecta a nivel de creencias, patrones de comportamiento disfuncionales y también a nivel de sistema nervioso.
La indefensión aprendida está fuertemente asociada con el estado de congelación o colapso descrito en la teoría polivagal. Este estado refleja la percepción de incontrolabilidad y la incapacidad para influir en los resultados, características centrales de la indefensión aprendida. Trabajar, en terapia, en nuestra regulación emocional para que nuestro sistema nervioso comience a salir del estado de congelación o colapso puede ser un primer paso de vital importancia para la persona. Paralelamente, en ese proceso de terapia se puede trabajar para fortalecer autoestima, integrar traumas y heridas no resueltas, manejar creencias negativas y arrojar luz sobre cualquier patrón de comportamiento disfuncional propios de la indefensión aprendida.
A pesar de que la indefensión aprendida es una condición que puede tener un impacto significativo en la vida de una persona, con la conciencia y las estrategias adecuadas, es posible superarla y recuperar el sentido de control y eficacia personal.
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