Por qué es tan doloroso sentirse excluido
Sentirse excluido y/o rechazado son unas de las experiencias más dolorosas que podemos tener como humanos, porque tocan aspectos fundamentales de nuestra naturaleza y están directamente relacionadas con uno de los principios sistémicos: el Principio de Pertenencia.
El ser humano tiene una necesidad innata de pertenecer. Venimos al mundo en un contexto en el que necesitamos imperiosamente estar en relación con otra persona o con un grupo para sobrevivir. Sentirse excluido puede hacer saltar todas las alarmas y percibirse como una amenaza para nuestra seguridad y bienestar.
La necesidad de amor y afecto también es algo innato en nosotros. Crecemos y nos desarrollamos en relación y cuando alguien cercano nos excluye, sentimos la pérdida de ese amor y apoyo, algo que nos puede causar un tremendo dolor emocional.
En el día a día hay muchas formas de excluir a alguien: el olvido, la negación, el ghosting, la ley del hielo, la evitación, el silencio. Implica una ruptura de la relación, de la comunicación.
Pero hay otra cuestión también extremadamente dolorosa que está relacionada, en cierta medida, con la pertenencia: el Rechazo. Cuando rechazamos a alguien o cuando alguien nos rechaza lo que está ocurriendo es también un intento de exclusión, pero en esta ocasión, de una parte de la persona o de una acción o comportamiento de una persona.
Rechazamos a través de la comparación, invalidación, la minimización de sentimientos, el juicio, la descalificación, la humillación, el desprecio… Estas acciones que acometemos en nuestras relaciones están mucho más presentes en nuestro día a día de lo que pensamos y pueden afectar a nuestra autoestima y hacernos sentir no valorados o no deseados o aceptados.
Hay personas que son especialmente sensibles a la exclusión y al rechazo. Tal vez hayan tenido experiencias pasadas de rechazo, tengan una autoimagen negativa de sí misma o se han criado en un ambiente familiar/cultural donde se enfatiza la pertenencia o han sentido peligrar su pertenencia. Lo que está claro es que la sensibilidad a la exclusión es una respuesta humana natural y puede variar de persona a persona, pero nadie es insensible a ello.
Excluir a una persona, y más aún sin una explicación adecuada, puede dejar la persona en un limbo emocional que genera desconcierto y confusión.
Si deseas profundizar en el principio de Pertenencia y conocer más acerca de las dinámicas de exclusión y sus patrones; puedes inscribirte al ciclo de talleres sobre la mirada sistémica.
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