Las trampas de la escucha
La escucha es una habilidad fundamental en la comunicación, vital para cualquier relación interpersonal importante para nosotros. No sentirse escuchado en una relación puede tener consecuencias profundas y significativas, afectando a la conexión emocional, la intimidad, la confianza y la satisfacción.
Escuchar implica oír más allá de las palabras. Es un proceso activo y consciente que requiere de nuestra atención para comprender el mensaje, las emociones y la perspectiva de la otra persona. En este proceso activo y consciente, hay varias trampas que pueden afectar a nuestra capacidad de escuchar a la otra persona. Estas son algunas de las más comunes:
- Escucha selectiva: se refiere a aquel tipo de escucha en el que solo nos quedamos con aquello que nos interesa y que confirma nuestros juicios y creencias o prejuicios. Este tipo de escucha puede dar lugar a malentendidos y llevar a la otra persona a pensar que realmente no estamos interesados en entenderla o escucharla.
- Escuchar para responder: nos enfocamos más en preparar nuestra respuesta que en entender realmente lo que el otro nos está diciendo. Es una escucha que se centra más en nuestras necesidades y pensamientos como oyentes más que en la perspectiva del hablante. En ocasiones, esta trampa de la escucha puede estar asociada a un sentimiento de inseguridad durante la conversación, como resultado nos enfocamos más en preparar la respuesta que en entender al otro. También puede haber detrás una intención de impresionar al otro.
- Escucha defensiva: percibimos cualquier comentario, crítica o incluso sugerencias como ataques personales, independientemente de la intención real de nuestro interlocutor. Esta trampa de la escucha puede crear barreras en la comunicación, ya que el oyente defensivo tiende a reaccionar de manera protectora o agresiva, lo cual puede provocar conflictos y malentendidos.
- La interrupción es, también, otra trampa de la escucha que puede romper el flujo de la comunicación y hacer que la otra persona no se sienta escuchada, comprendida o valorada.
- Los juicios y suposiciones sobre la otra persona antes de que termine de hablar pueden impedir que entendamos completamente su perspectiva y que respondamos de una manera adecuada. Fórmulas como “a ti lo que te pasa es que...” o “lo que eres es...” forman parte de esta trampa.
- Escucha de sobre-identificación: a veces tendemos a relacionar lo que el otro nos está contando con nuestras propias experiencias y problemas. Cuando esto sucede, desviamos la atención del mensaje del hablante hacia nosotros mismos y hacia nuestra experiencia (que no necesariamente tiene que ser la misma de la persona que está hablando con nosotros). Esto puede hacer que el otro sienta que no estamos interesados en lo que nos está contando y, en definitiva, que no se sienta escuchado.
- Escuchar para corregir: algunas personas tienden a escuchar y a centrarse en los errores y en los puntos débiles del otro con el fin de corregir o debatir. Esto también puede crear una atmósfera de tensión y confrontación en lugar de un intercambio a través de la conversación.
Para minimizar y superar estas trampas de la comunicación, podemos aplicar estrategias para aprender a escuchar activamente, como la atención plena, la validación emocional, el lenguaje corporal o la suspensión de los juicios. Esto puede mejorar significativamente nuestra capacidad de escucha y, por tanto, nuestras relaciones personales y comunicación en general.
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