El trabajo con partes de la personalidad a través de la fenomenología de las Constelaciones

constelaciones familiares constelaciones sistémicas integración del trauma mirada sistémica partes de la personalidad trauma transgeneracional

Cuando leí por primera vez el libro “Sistemas de Familia Interna de Richard Schwartz, en el preámbulo de una formación con Peter Bourquin y Carmen Cortés, no pude evitar pensar: qué sistémico es este modelo terapéutico de IFS. Posteriormente vi a Carmen Cortés trabajar con partes de la personalidad a través de una Constelación y, con el tiempo y gracias a la formación sobre integración y reprocesamiento del trauma de Carmen Cuenca y Mario Salvador, donde pude profundizar en el modelo; me atreví a incorporarlo a mi trabajo con constelaciones.

En este artículo intento recoger mi experiencia con el trabajo con partes de la personalidad a través de las Constelaciones. Todo ello, desde una perspectiva sistémica que llegó hace ya años a mi vida para quedarse, para recordarme cada día que todos formamos parte de algo mucho más grande y que, por encima de todo, todos somos uno.

El trabajo con partes desde la perspectiva sistémica

Así como desde la mirada sistémica podemos apreciar que los sistemas siempre quieren ser/estar completos, si entendemos las partes de la personalidad desde esta perspectiva, podemos ver que en este caso nuestro sistema intrapsíquico (nuestras partes) también quiere/desea estar completo.

Nuestra mente se las arregla para señalarnos asuntos pendientes que resolver. Muchas veces, en forma de “síntomas” e incomodidades que, tarde o temprano tendremos que atender si queremos disfrutar de una vida más armónica y placentera. Estos síntomas y/o partes de nuestra personalidad gritan, se revuelven, se vuelven reactivas o se ponen a la defensiva de una manera desproporcionada o inexplicable. Nos generan incomodidad y, por lo general, la demanda hacia el terapeuta o hacia el facilitador es “quiero deshacerme de esto”: quiero dejar de tener estos arrebatos de rabia, quisiera dejar de comer de una manera compulsiva, quiero dejar de ser celoso o de estar tan rabioso, me agota mi perfeccionismo, y un largo etcétera.

¿Quién no ha tenido alguna vez en su vida un deseo de excluir a una parte nuestra?, una parte que está ejerciendo su función, en muchos casos, defensiva y/o protectora. El principio sistémico de pertenencia dice que “todos los miembros de un sistema tienen derecho a un lugar en él”. La consecuencia de no reconocer el derecho a la pertenencia de todos sus miembros se traduce en tensiones y desajustes en el sistema. A nivel intrapsíquico esto también es así. Todas nuestras partes de la personalidad tienen un lugar en nuestro sistema intrapsíquico y, reconociendo su derecho a ese lugar, nos completamos y abrazamos nuestra singularidad y unicidad.

Desde el punto de vista sistémico, solemos decir que “los problemas solo necesitan ser vistos”. Ese “sentirse visto” está íntimamente ligado con el dar pertenencia e integrar lo excluido.

Así como el transgeneracional trae el “síntoma” al descendiente con la intención de hacer ver que hay un excluido en el sistema, en el trabajo con partes de la personalidad las partes protectoras hacen las veces de “síntomas”, que nos permiten descubrir, honrar y dar lugar a una parte excluida, desterrada y atrapada en algún momento de nuestra historia.

El verdadero reto no está en amar al otro, sino en amar esa parte de mí que me empeño en excluir para ser amada, vista o aceptada por el otro.

Otra cuestión fundamental con la que trabajamos en Constelaciones familiares y en las intervenciones sistémicas es con el acto de honrar y de dar un lugar en la historia familiar, algo íntimamente ligado con la pertenencia y con el orden sistémico.

En el caso del principio del orden, en el ámbito familiar trabajamos especialmente con dos escalas:

  • Cronológica: quién llega el primero es el primero.
  • Jerárquica: Los padres son los mayores y, generalmente, dan y los hijos son los pequeños y, habitualmente, reciben. Esta jerarquía está íntimamente ligada con el acto de dar vida o lo que es lo mismo, con la magnitud de la aportación al otro. Los padres dan la vida a los hijos, que es lo más grande que tenemos todos.

En el trabajo con partes, el yo adulto se encarga de integrar la historia tal como fue. De decir un “sí” rotundo a lo que ocurrió en la forma en que ocurrió, y otorgando un lugar en la historia a ese evento traumático. De esta forma, el cliente a través del contacto con su yo esencial puede tomar a la parte excluida y a las partes reactivas que tanto han hecho por protegerla, las puede mirar con compasión y puede empezar a valorar y honrar el papel que han tenido en su historia. Gracias a esa parte reactiva o protectora ha conseguido salir adelante y continuar con la vida tras el evento que desencadena el trauma.

El principio del orden se hace patente en lo que sucede. Hay un orden cronológico que se manifiesta en la edad y el lugar que ocupa lo que sucedió en la historia de la persona. Esto nos ayuda a entender el contexto y el impacto de lo sucedido en la persona. Aparece aquí una escala de orden relacionada, en este caso, con el mérito o la aportación. Para el desarrollo de la personalidad de un individuo, no es lo mismo que mamá se vaya de casa cuando tienes 6 meses de vida, a que esto suceda cuando tienes 23 años. Esto afecta tanto a la parte excluida como a las posibles defensas desarrolladas para cuidar y proteger de esa parte excluida y así poder seguir con la vida.

Honramos al excluido y a las partes reactivas, poniendo énfasis en el valor que eso tiene en la edad y el contexto en la que tuvo lugar y dándole la importancia que merece. Orden cronológico y un orden en una escala meritoria nos ayuda a hacerlo, validarlo y honrarlo.

La constelación intrapsíquica: el trabajo con partes a través de la constelación

Una vez conoces el trabajo con partes, suele resultar fácil contemplar la demanda del cliente como un trabajo de partes. Los denominados síntomas son tomados como partes, los conflictos relacionales esconden historias de partes heridas, y los patrones de desorden sistémico como la “parentización”, “triangulación”, “abueleo” e incluso las identificaciones con otros ancestros pueden ser considerados partes de la personalidad.

Es muy habitual que el cliente venga con una demanda relacionada con una parte protectora que se ha vuelto disfuncional, aunque a veces la demanda puede estar relacionada directamente con una parte excluida.

En ocasiones, el cliente se sienta en la silla identificado con la parte que viene a trabajar, por lo que, durante el diálogo previo a la constelación, resulta de muchísima utilidad empezar a hablar en términos de partes para que se des-identifique de esa parte como un todo y empiece a observarla, únicamente como una parte de él o ella.

No es lo mismo que una clienta sienta que tiene mucho miedo a quedarse embarazada a que diga y sienta que hay una parte de ella que tiene miedo a quedarse embarazada. Esta nueva visión empodera al cliente y precipita la toma de responsabilidad con respecto al asunto que trae. Es frecuente, con este nuevo enfoque, que la persona exprese algo así como “al darme cuenta de que esto es una parte de mí, siento que está en mi poder hacer algo con ello”. La desidentificación con esa parte puede contribuir, también, a relajar la emocionalidad y así mantenernos dentro de la ventana de tolerancia.

Definir el tema en términos de partes implica, de alguna manera, determinar qué elementos (miembros del sistema familiar o del sistema intrapsíquico), van a formar parte de la constelación.

Habitualmente estos elementos van a ser:

  • Un representante para la parte que ha originado la demanda (puede ser una parte protectora o a veces una parte excluida). Siguiendo el ejemplo de antes sería “la parte del cliente que tiene miedo de quedarse embarazada”.
  • Un representante para el cliente.

A partir de ahí vemos la dinámica que se establece entre ellos y a posteriori empiezan a intervenir otros elementos en función de lo que se vaya leyendo en el campo:

  • Madre y padre que juegan un papel importante en el asunto cuando estamos hablando de trauma perinatal, trauma de apego, y trauma transgeneracional.
  • Perpetradores (si procede).
  • Otros ancestros (si procede).
  • Excluidos: pueden ser abortos, pérdidas tempranas, ancestros repudiados, padres y madres biológicos en el caso de adopciones, etc...
  • Otros elementos (la vida, la pérdida, la abundancia o lo que proceda en cada caso).

Si la parte que ha originado la demanda es una parte protectora, a medida que el campo y los representantes van contando la historia de una manera fenomenológica, se va haciendo cada vez más patente que el representante del cliente (en el caso de que se trate de un trauma de apego o de desarrollo) está ejerciendo el rol de la parte excluida; esa niña o niño que estaba en el útero de mamá o que tenía 2, 3, 7 años y vivió esa experiencia traumática. Si es un trauma más adulto se va convirtiendo en ese joven o esa joven que sufrió esa violación o ese accidente, vivió esa guerra, atentado, etc....

A partir de ese momento invitamos al propio cliente, que está observando lo que sucede desde fuera, a que entre en la constelación a participar como su yo actual (yo adulto). En ese momento, el cliente, puede empezar a contar lo que sucede de su viva voz, y es frecuente que, si no lo ha hecho anteriormente, empiece a rememorar y a recordar la historia.

El hecho de que el cliente, hasta entonces, haya permanecido fuera de la constelación con una actitud de observador, favorece con frecuencia que entre en la constelación desde un estado de conciencia del adulto que es capaz de asentir con lo que es.

La función del facilitador, en este caso, es la de narrar desde una mirada compasiva lo que va sucediendo en el campo. Se invita al cliente a que se fije en esa historia de supervivencia que está contando la propia constelación.

En ocasiones, durante la constelación, el cliente está en cierta medida identificado con esa parte excluida. Generalmente cuando esto ocurre es porque hay un movimiento que necesita ser completado para procesar. Hablamos de un movimiento físico y emocional, como puede ser, por ejemplo, experimentar el temblor que experimentaba su parte excluida a los 5 años cuando escuchaba a su padre llegar borracho a casa, o despedirse de esa hermanita mayor a la que nunca más pudo ver porque se fue al hospital y no regresó jamás.

Cuando el cliente entra en la constelación y observa lo que sucede o completa el movimiento, puede empezar a conectar con Yo Adulto (si no lo ha hecho antes). Un Yo adulto con más recursos que ahora le permiten cuidar de la parte excluida. A partir de ahí, desde ese Yo adulto, el cliente puede conectar con su Yo esencial capaz de mirar con compasión, ternura, admiración y orgullo a esa niñita o niñito y ver cuantísimo poder, valentía y fortaleza había en él/ella.

En el caso de que estuviéramos trabajando con una parte protectora, acompañamos al cliente a que valide esa parte y su función protectora. Es frecuente que el cliente, al reconocer todo lo bueno que, esa parte, ha hecho por él/ella; acabe convirtiéndola en un recurso al que puede acudir en su vida diaria de una manera más consciente y saludable.

En este tipo de constelaciones, el trabajo de la facilitadora o terapeuta es el de permanecer en su presencia y ser algo parecido a una voz en off, un narrador o narradora. El campo trae la historia y el facilitador o facilitadora va narrando, nombrando lo que muestra el campo y la fenomenología sin dar nada por supuesto: “parece que esa parte tuya está muy nerviosa” o “parece que tu representante está muy triste”. Si se quiere evitar la interpretación, puede hacer las preguntas pertinentes a los representantes.

También tienen cabida la sugerencia de frases sanadoras. Estas frases están dirigidas, básicamente, a validar las defensas o a hacerle ver al excluido que ahora está siendo visto y está a salvo. Es importante que el cliente sienta aquello que tiene que decirle a esas partes protectoras o excluidas, y que encuentre sus propias palabras; pero si en algún momento el cliente tiene alguna dificultad para hacerlo, podemos sugerirle al cliente alguna frase e invitarle a pronunciarlas si las siente como verdad.

En el ámbito de la sesión individual, el trabajo es muy similar en lo que a la elección de elementos se refiere. En estos casos, lo fenomenológico no siempre es tan evidente como en el caso de una constelación grupal. Aquí juega un papel muy importante la capacidad del terapeuta de leer el campo a través de la gramática sistémica. De esta manera, puede devolverle al cliente lo que está narrando el campo y traer la historia a la sesión para que el cliente pueda completarla.

El potencial del trabajo en grupo

Como dicen tantos maestros y expertos, sanamos en relación y, en el caso de las constelaciones grupales, influye la mirada compasiva del grupo y del facilitador o la facilitadora. Esta energía genera un campo de sostén amoroso e idóneo que contribuye al resurgir del Yo Esencial del cliente. Un Yo Esencial que es capaz de integrar compasivamente su historia honrando y dando lugar tanto al excluido como a las partes protectoras.

Lo maravilloso del trabajo con constelaciones en grupo es la propia fenomenología. La historia se empieza a narrar en el campo y el cliente enseguida la identifica sin la presión de tener que recordar. A partir de ahí el cliente recuerda, re-conecta y completa lo que el campo está contando. Esto es útil en todos los casos, pero especialmente puede suponer una ventaja interesante para clientes que tienen dificultades para conectar con el cuerpo en las sesiones de terapia.

Adicionalmente el trabajo en constelaciones grupales, supone una toma de conciencia para todos y cada uno de los participantes. Independientemente de si el participante acude al taller con la intención de constelar, es muy frecuente escuchar como: “esta constelación también me ha tocado a mí”, “a mí me pasa algo parecido”, “ese es mi tema”.

Algunas observaciones del trabajo con partes a través de las constelaciones.

En el trabajo con partes en grupos de constelaciones he podido observar lo siguiente:

  • En la gran mayoría de los casos en los que ha habido un trauma transgeneracional, este impacta en el sistema de origen del cliente como un trauma perinatal o un trauma de desarrollo o relacionado con el apego. Por ejemplo: El fallecimiento de una abuela materna en el parto de una madre, puede impactar como trauma de desarrollo y de apego en la hija de esa madre. (Madre deprimida y/o no disponible como adulta para nutrir emocionalmente a su hija).
  • Aquello que habitualmente llamamos “impulso de muerte” en las constelaciones, puede tratarse como partes: “parece que hay una parte de ti que no quiere estar aquí” o “hay una parte de ti que se quiere ir con mamá”.
  • Cuando trabajamos con partes a nivel intrapsíquico, el asunto central de la constelación se resuelve en la vida del propio cliente y este tiene mucha menos necesidad de conocer exactamente y con detalle minucioso qué paso exactamente con esa madre, ese padre o ese abuelo o abuela. A veces nos empeñamos en saber y te das cuenta de que, en el fondo lo que sana es ver, reconocer y honrar.
  • El cliente sale más empoderado que de una constelación tradicional:
    • He podido observar cómo en ocasiones algunos clientes, antes de constelar, tienden a sentirse “víctimas” de la historia de sus ancestros. El hecho de poder solucionarlo en su propia historia y en su vida les da fuerza.
    • El trabajo con partes te permite ver todo el poder, valentía y fortaleza que hay detrás de tu propia historia de supervivencia.
    • Una gran parte de los clientes acaban llevándose a la parte protectora como recurso al validarla y preguntarle si podría seguir ejerciendo un papel más funcional en su vida diaria.
  • La energía grupal apoya rotundamente el proceso y el propio grupo empieza a verse en términos de partes. En estos talleres se sana en una relación mantenida y sostenida por un grupo amoroso y compasivo.
  • A partir del trabajo con partes, en el que sana uno mismo con uno mismo, al cliente le empieza a resultar más fácil afrontar otros movimientos claves que buscamos en constelaciones. Está más predispuesto a decir un “Sí” a lo que fue y a lo que es, a tomar a la madre, al padre, a tomar su propia historia o por lo menos ese momento específico de su historia con el que ha trabajado.
  • Se suele producir una mayor conexión grupal. Al empezar a mirarnos en términos de partes se produce mucha resonancia entre las partes que salen a relucir en la constelación y las partes de los asistentes al taller.

El trabajo con partes en constelaciones puede ser un enfoque poderoso para abordar y reprocesar eventos traumáticos. Reconocer y dar pertenencia a todas nuestras partes, incluyendo aquellas que nos generan incomodidad o dolor, puede ayudarnos a lograr una mayor armonía y bienestar. De esta forma, nos permitimos sanar, evolucionar y crecer como individuos más completos, presentes y disponibles para la vida.

Suscríbete a nuestra newsletter

Recibe contenidos e información de cursos y talleres para tu crecimiento personal y profesional

No nos gusta el SPAM. Esa es la razón por la que nunca venderemos tus datos.