Qué hacer si tu pareja no quiere ir a terapia

A veces, en nuestra relación de pareja, se producen tensiones, roces y malestar que no siempre conseguimos solucionarlos por nosotros mismos. Surge entonces la idea de ir a terapia como un paso necesario para solucionar esas tensiones.
Pero ¿qué ocurre si tú estás lista o listo para empezar un proceso de terapia de pareja y la otra persona no?, cabe la posibilidad de esto suceda y cuando ocurre puede generarnos sentimientos de frustración, de soledad, e incluso de desesperanza.
Así que ¿qué podemos hacer? antes de tomar cualquier decisión es importante conocer el porqué de esa negativa. La resistencia a la terapia puede tener muchos orígenes y no necesariamente relacionados con la relación de la pareja: hasta hace relativamente poco, la terapia era vista por algunos como un estigma, como algo que tomaban personas que tenían una enfermedad mental grave. En ocasiones también puede ser una cuestión de vergüenza, de sentir que ir a terapia es un indicativo de “fracaso” o incluso una señal de debilidad.
También puede darse el caso de que exista un cierto miedo a ser culpado o culpada, donde se les señale constantemente como el problema o el origen del problema a nivel pareja. Esto, en sí, es una percepción equivocada en cuanto a la terapia de pareja. En los procesos de terapia de pareja no se buscan culpables, se trabaja para identificar patrones relacionales que generan tensión, para mejorar las habilidades de comunicación, para fortalecer la conexión emocional y la intimidad, para tomar decisiones conscientes y para reparar heridas. El terapeuta o la terapeuta va a actuar siempre como un observador neutral, no como un juez.
En ocasiones, la negativa a ir a terapia, también puede estar relacionada con la propia inseguridad emocional. Para alguien que no está acostumbrado a expresar sus emociones, abrirse en una sesión terapéutica puede ser percibido como algo peligroso, aterrador o que no se va a saber hacer y más aún cuando todo eso lo tienes que hacer delante de un extraño o extraña.
La negación del problema también puede ser otras de las causas por las que nuestra pareja se niegue a ir a terapia. Es posible que, desde su punto de vista, opinen que realmente no hay un motivo serio que justifique la necesidad de ir a terapia. Y, por último, también puede haber una falta de confianza en los resultados del propio proceso terapéutico.
Escuchar con empatía y sin juicio las razones por las que tu pareja no quiere ir a terapia es un primer paso de acercamiento que puede ayudarnos a comprender su postura.
La forma de presentar la idea de ir a terapia también puede suponer una diferencia a la hora de recoger la propuesta. No es lo mismo proponer ir a terapia enfocándonos en lo que está mal que hacerlo como un medio de encontrar soluciones que os permitan crecer juntos.
Aun así, la decisión de tu pareja de no ir a terapia es algo siempre respetable. Por más dolorosa que sea la situación no podemos obligar a nadie a ir a terapia. Esa decisión forma parte del camino evolutivo de la persona con la que estamos y, en realidad, la terapia solo funciona cuando hay una verdadera motivación interna.
Pero si tu pareja no quiere a terapia una de las mejores opciones a tener en cuenta es la de empezar tú. Te ayudará a clarificar tus emociones, tus límites y tus necesidades, te permitirá adquirir herramientas para comunicarte mejor y gestionar conflictos, te ayudará a conocerte, a evaluar qué quieres de una relación y a actuar desde tu amor propio. Además, esto puede que genere en ti un cambio tan visible que acabe motivando a tu pareja a considerar la terapia.
Ir a terapia o buscar ayuda cuando lo necesitamos, no es un signo de debilidad, es una muestra de madurez emocional. Si tu pareja aún no está lista para dar ese paso, tú puedes ser el cambio. Y a veces, cuando uno se transforma, el otro comienza a moverse también.
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