Perfeccionismo, procrastinación, estrés y autoestima.
El perfeccionismo es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por una búsqueda constante de estándares elevados, con frecuencia inalcanzables, y por unos niveles de autoexigencia implacables. Las personas perfeccionistas suelen estar motivadas por su necesidad de evitar errores y de alcanzar el éxito, pero en el fondo, esta búsqueda está ligada a un miedo al fracaso, a la crítica y a la sensación de ser rechazados por no ser lo suficientemente buenos.
Cuando una persona tiende al perfeccionismo rara vez se siente satisfecha con sus logros, siempre cree que podrían haber hecho más y mejor. Esta insatisfacción constante lleva a un estado de estrés crónico ya que es frecuente que sienta que debe estar continuamente "a la altura" de las expectativas, ya sean autoimpuestas, sociales o proyectadas por otras personas.
Además de esa presión, el miedo a equivocarse genera una sensación de alerta constante para no fallar, algo que puede implicar unos niveles altos de estrés y ansiedad y que puede acabar derivando en trastornos de ansiedad generalizada. La sensación constante de alerta y estrés lleva a que nuestro cuerpo segregue niveles importantes de cortisol, afectando a nuestro organismo y especialmente a nuestro cerebro (hipocampo y corteza prefrontal).
Curiosamente y, aunque resulte paradójico, el perfeccionismo también está íntimamente relacionado con la procrastinación. En algunas ocasiones, al tener unos estándares tan elevados, las personas perfeccionistas pueden sentir que no están preparadas para abordar una tarea. Esto puede llevarlos a posponerla repetidamente por miedo a no hacerlo perfectamente, aumentando el estrés ya que la tarea pendiente sigue siendo, para el perfeccionista, una fuente de ansiedad.
Paralelamente el perfeccionismo afecta negativamente a la autoestima. Como las personas perfeccionistas tienen unos estándares sumamente elevados y se evalúan constantemente en función de sus logros, cualquier error que perciban lo sienten como un signo de fracaso. Es muy común que sientan que nunca están a la altura, alimentando una autocrítica feroz que a largo plazo puede minar su autoestima.
Esta sensación constante de fracaso, inevitablemente, contribuye a aumentar el estrés. La persona se siente atrapada en un ciclo donde su autovaloración depende de un éxito que nunca llega, debido a sus estándares inalcanzables, o que cuando llega parece que nunca es suficiente.
La búsqueda constante de la perfección, además de los efectos psicológicos, también tiene síntomas físicos. El perfeccionismo puede llevarnos a trabajar de manera excesiva sin permitirse descanso o pausas. Esto puede conducir a un agotamiento físico y emocional donde la fatiga crónica, el insomnio y los trastornos del sueño suelen estar presente. Estos síntomas exacerban aún más los niveles de estrés en la persona con rasgos perfeccionistas elevados. Adicionalmente, este agotamiento puede derivar en lo que se conoce como burnout o síndrome de agotamiento profesional. Las personas con burnout acaban sintiendo una desconexión emocional de sus tareas, falta de motivación y una sensación de desgaste que puede llevarlos a dejar de lado actividades en las que antes realmente disfrutaban. Si a esto le sumamos la autoexigencia de cumplimentar las tareas, y además con éxito, el estrés suele estar asegurado.
El perfeccionismo positivo y el perfeccionismo negativo
No todo el perfeccionismo es necesariamente destructivo. Existe una forma de perfeccionismo saludable o "orientado al rendimiento", el perfeccionismo adaptativo. Este tipo de perfeccionismo nos motiva a esforzarnos y mejorar, pero sin que nuestros logros o fracasos definan nuestro valor personal. Cuando nuestro perfeccionismo es del tipo adaptativo, tenemos estándares altos, pero somos capaces de aceptar los errores como parte del proceso de aprendizaje. No sentimos la necesidad imperiosa de alcanzar la perfección absoluta.
Sin embargo, cuando el perfeccionismo se vuelve desadaptativo, la perfección se vuelve demasiado rígida. Es una cuestión de 100 o de 0, de blanco o de negro y sus consecuencias son claramente negativas, manifestándose en un estrés crónico, en la incapacidad para disfrutar de los logros y en una vida llena de ansiedad y agotamiento.
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