Lo que la procrastinación está tratando de contarte

más allá de la procrastinación

Cuando hablamos de procrastinación, muchas veces lo hacemos desde una mirada un tanto reduccionista: "soy un desastre", "me falta fuerza de voluntad", "debería organizarme mejor". Pero ¿y si te dijera que ese acto de postergar no es una falla, sino una estrategia interna que está tratando de protegerte?

¿Y si no es falta de voluntad?

A veces, dejar las cosas para después no tiene tanto que ver con la tarea en sí, sino con lo que esa tarea despierta en nuestro mundo interno. Lo que evitamos no es escribir el mail, grabar el video o terminar el proyecto. Lo que evitamos es la sensación de juicio, de no estar a la altura, de cometer un error o de exponernos demasiado. Hay algo dentro que nos dice: "mejor no lo hagas, no estás preparado", "te vas a equivocar", "y si no sale bien, ¿qué pensarán los demás?". Y sin darnos cuenta, preferimos no enfrentarnos a ese posible escenario. Nos ocupamos en otra cosa, nos distraemos, o incluso sentimos un cansancio repentino.

Muchas veces, esta respuesta tiene que ver con partes de nosotros que se formaron hace tiempo, en momentos en los que nos sentimos vulnerables, exigidos o juzgados. Hoy, aunque ya no estemos en aquella situación, esas voces internas siguen activándose ante ciertos disparadores. Una parte quiere cumplir, avanzar, demostrar que puede. Otra responde con resistencia, con la necesidad de protegernos del estrés, del fracaso o de la mirada externa.

Una mirada más compasiva a nuestra historia

Esto no significa que debamos resignarnos a procrastinar, pero sí nos invita a mirar con más amabilidad lo que está ocurriendo. Porque cuanto más tratamos de forzarnos, de empujarnos desde la exigencia, más fuerte se hace esa tensión interna. En cambio, si hacemos una pausa y nos preguntamos: "¿qué estoy sintiendo realmente cuando pienso en hacer esto?", empezamos a abrir espacio para escuchar esas partes internas y comprender qué necesitan.

La clave no está en pelear contra la procrastinación, sino en entender el mensaje que nos está trayendo. A veces, nos está diciendo que tenemos miedo, que sentimos presión, que nos estamos exigiendo demasiado o que simplemente necesitamos descansar. Y cuando eso se nombra, cuando puede ser sentido sin juicio, muchas veces el impulso de acción vuelve, pero desde otro lugar: uno más conectado, más compasivo, más real.

Procrastinar no te hace menos capaz. A menudo, es solo una señal de que algo dentro de ti necesita ser vistoCuando puedes detenerte y mirar con curiosidad —sin juicio, sin exigencias—, el paso hacia la acción se convierte en una elección más amorosa contigo, más deliberada y más alineada con tu verdadera esencia. 

Suscríbete a nuestra newsletter

Recibe contenidos e información de cursos y talleres para tu crecimiento personal y profesional

No nos gusta el SPAM. Esa es la razón por la que nunca venderemos tus datos.