El rol del facilitador en un taller de Constelaciones

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El rol del facilitador en un taller de Constelaciones

Un taller de Constelaciones puede ser realmente una experiencia profundamente transformadora, y si me preguntan qué es lo que marca la diferencia positiva en la experiencia, yo diría que más allá de la propia herramienta en sí, está la figura del facilitador o facilitadora, quién facilita el taller y cómo lo facilita. El facilitador/a es quién actúa como catalizador de lo que está sucediendo en la Constelación, y quién permite que el proceso fluya de manera armoniosa, segura y profunda y dentro de su rol es importante que cubra una serie de funciones.

La creación de un espacio seguro

En una constelación se tocan temas muy sensibles, personales e íntimos y, en el caso de los talleres, esto ocurre en un contexto grupal donde hay personas que no se conocen entre sí. Es una labor fundamental del facilitador y los organizadores, garantizar la creación de un espacio seguro y totalmente confidencial para que todo aquél que quiera trabajar se sienta emocionalmente seguro y protegido. 

En este contexto es importante que desde el inicio, el facilitador, transmita una sensación de cercanía, confianza y accesibilidad. Esto implica la explicación clara de lo que va a suceder en el taller, de cómo funciona y se trabaja en una constelación, la logística y, por supuesto, la creación del espacio necesario para resolver dudas, compartir inquietudes y que la persona que participa se pueda sentir escuchada en todo momento. 

La autenticidad del propio facilitador juega un papel fundamental en la creación de ese espacio seguro. Esto no solo se refiere al hecho de ser genuino y mostrarse tal como es con coherencia entre lo que piensa, siente y expresa; sino que también se refiere a estar presente y actuar con transparencia y honestidad. Otro aspecto relacionado con la autenticidad es la gestión emocional. En un taller de constelaciones se mueven muchísimas emociones y esta autenticidad implica que el terapeuta no necesita ocultar sus emociones, simplemente tiene que gestionarlas adecuadamente sin que esto vaya en detrimento de su neutralidad.

La escucha auténtica, también, es un aspecto crucial para crear ese espacio seguro. Como facilitadores, escuchamos profundamente sin imponer nuestro propio mapa o interpretación de lo que ocurre en la constelación. 

Por supuesto, la confidencialidad acerca de lo que está ocurriendo en la Constelación ha de ser otra de las premisas fundamentales sobre las que trabajar. Cuando los participantes saben que todo lo que ocurre dentro del taller se mantendrá en el ámbito de lo privado y confidencial, se sentirán más libres para compartir información personal y para mostrarse emocionalmente. La confidencialidad genera un ambiente de confianza que es crucial para que las personas puedan abrirse y expresar aspectos íntimos de sus vidas, a menudo relacionados con traumas, secretos familiares o conflictos no resueltos.

Dentro de lo importante que es la creación de un espacio seguro, incluimos también el previo al taller y el post-taller. Desde nuestro punto de vista, para que una persona se sienta segura, tiene que sentirse acompañada y bienvenida desde el minuto uno. Ese minuto uno empieza a contar en el mismo momento en el que recibimos un email/llamada/WhatsApp preguntándonos por el taller de Constelaciones. El proceso de inscripción, la confirmación de la inscripción, las instrucciones para llegar al taller y sobre cómo prepararse para el taller, y la bienvenida al centro donde se imparte forma parte, también, de esa creación de un espacio seguro. No es lo mismo llegar a un taller estresado después de haberte perdido porque no estaban claras las instrucciones, a llegar tranquilamente con todo bien indicado y con alguien esperándote en la puerta y dándote la bienvenida.

La neutralidad y el no juicio 

Otro de los aspectos más importantes a cultivar como facilitadores o facilitadoras de Constelaciones, y por supuesto también como terapeutas, es la capacidad de mantener una presencia neutral, sin juicio ni imposición de opiniones o soluciones. No dirigimos o manipulamos el proceso hacia un resultado deseado. Nuestro rol es el de permitir que las dinámicas emerjan de forma natural y espontánea a través de la representación de los participantes. Confiamos en que el sistema y la persona tiene su propia sabiduría para mostrar lo que necesita ser visto. Esta neutralidad es esencial, ya que evita nuestra interferencia en los procesos personales de los demás. 

Así como es importante la neutralidad y el no juicio en el facilitador, también es importante en el grupo. Desde el comienzo del taller es necesario destacar de manera explícita la importancia de ello por parte de todos los participantes en el taller. El objetivo de la Constelación no es juzgar ni evaluar a los demás, sino ser observadores y colaboradores en el proceso de toma de conciencia de la persona que está constelando. Hay que dejar claro que cada historia es única y que debe ser tratada con respeto y sensibilidad ayuda a los participantes a comprender su rol y a mantenerse neutrales. Este es un aspecto fundamental para que el participante se sienta seguro.

Así como al principio del taller se acuerda un compromiso de confidencialidad, es útil también adquirir el compromiso verbal o implícito de respeto mutuo y no juicio. Este acuerdo va a beneficiar no solo a los que están constelando, sino también al resto de miembros del grupo.

La capacidad de escuchar y leer el campo de la constelación

En una constelación familiar el facilitador trabaja con el campo sistémico, el espacio donde se manifiestan las relaciones y las dinámicas familiares o intrapsíquicas. Este campo nos aporta información a través de la gramática sistémica, el lenguaje corporal de los participantes y la propia fenomenología de lo que está sucediendo. 

El facilitador o terapeuta debe tener la capacidad de sintonizar con este campo y para ello se requieren cuestiones que no se aprenden en los libros, sino que se adquieren con el tiempo y el trabajo personal: presencia plena, intuición bien desarrollada, estar en contacto con el cuerpo y con nuestras propias emociones, una escucha sin juicio, empática, compasiva y sin expectativas de resultados y una confianza plena en el propio proceso.

Soltar la necesidad de obtener resultados

Uno de los principios fundamentales con los que trabajamos es el respeto por el destino y el camino evolutivo de las personas así como el hecho de que el campo sistémico tiene su propia sabiduría y mostrará lo que necesita ser visto en el momento preciso por el cliente que está trabajando.

El facilitador no está allí para dirigir la constelación hacia un resultado concreto, sino para permitir que las dinámicas ocultas del sistema (familiar o intrapsíquico) emerjan de manera espontánea. En muchas ocasiones el facilitador percibe dinámicas o cuestiones que el cliente todavía no está percibiendo por sí mismo o no acaba de entender. Pongamos por ejemplo el caso de una persona en la que el campo sistémico indican que la persona que ella consideraba su padre no es en realidad el padre biológico de esa persona. Desde nuestro punto de vista, en cuestiones tan delicadas como estas, ha de ser el propio cliente el que tome conciencia de ello a través de la observación de la constelación (algo que suele suceder), pero de ninguna manera podemos imponerle al cliente lo que desde nuestra percepción estamos viendo. Realizar aseveraciones de ese tipo implica situarnos en un lugar que no nos corresponde, por encima de él, además de una falta de respeto por su propio proceso y camino evolutivo.

En muchas ocasiones, además, la necesidad de obtener un resultado suele estar relacionada con el propio ego del facilitador. Cuando un facilitador se siente presionado para lograr una solución o un desenlace "exitoso", corre el riesgo de proyectar sus propias expectativas, creencias o deseos sobre el proceso. Esto puede distorsionar el trabajo y limitar la expresión auténtica del sistema familiar. Soltar esta necesidad de obtener resultados implica que el facilitador deje de lado su ego y su necesidad de control, permitiendo que lo que sea más relevante para el sistema surja por sí solo. El rol del facilitador no es solucionar el problema del cliente, sino facilitar un espacio donde las dinámicas ocultas puedan manifestarse y, desde ahí, abrir nuevas posibilidades para la integraición y la toma de coniencia.

No todas las constelaciones familiares llegan a una resolución completa e inmediata, y esto es algo que como facilitadores debemos aceptar. A veces, la constelación muestra solo una parte del problema, o simplemente revela una dinámica que necesita más tiempo o trabajo para ser resuelta, abre un proceso. Como facilitadores debemos estar cómodos con esta ambigüedad y entender que cada constelación y cada persona tiene su propio ritmo y que el proceso, en muchísimas ocasiones, puede continuar más allá del taller o la sesión. Las Constelaciones no hacen magia, sino que simplemente traen al consciente lo que está en el consciente.

Aceptar lo que es en cada constelación es siempre la clave. En lugar de enfocarnos en un resultado concreto, como facilitadores debemos estar presentes con lo que surge, permitiendo que el cliente también acepte y pueda procesar lo que se revela, incluso si no es una solución completa o inmediata.

Cuando soltamos la necesidad de obtener un resultado, creamos un espacio de apertura donde las dinámicas del sistema van a poder desplegarse más libremente. Esta actitud de apertura implica que escuchamos más y hablamos menos, permitiendo que el campo sistémico guíe el desarrollo de la constelación. Al mismo tiempo, recuperamos la atención atrapada en esa necesidad de obtener resultado y tenemos más atención disponible para estar plenamente presentes para el cliente, para el campo sistémico y para el grupo. Esto abre la puerta aún más a lo inesperado, lo no predecible, lo que está en el inconsciente.

Este soltar la necesidad de obtener un resultado no es solo importante para el facilitador, también lo es para el cliente. A menudo, el cliente llega al taller con expectativas de soluciones rápidas o claras para sus problemas. Lograr la necesidad de resultados va a permitir al cliente relajarse en el proceso, estar más presente y abrirse a lo que sea que el sistema esté listo para mostrar.

La humildad como facilitador

Soltar la necesidad de obtener un resultado implica desarrollar una profunda humildad como facilitador. El facilitador no es, de ninguna manera, el "sanador" o la fuente de la solución. Tampoco es el experto de la vida o en la vida de su cliente, simplemente es un canal a través del cual las dinámicas del sistema familiar o intrapsíquico pueden hacerse visibles. Este reconocimiento de su propio rol como facilitador va a permitir que el proceso fluya sin interferencias y que, como facilitadores, no nos identifiquemos con los resultados de la constelación. 

La humildad implica también aceptar nuestros propios límites como facilitadores. Puede que seamos expertos o expertas en la herramienta de las constelaciones y en el trabajo sistémico, pero no podemos saber todo ni prever todo lo que va a ocurrir en una constelación. La humildad nos permite soltar la necesidad de tener todas las respuestas y estar en paz con la incertidumbre inherente a este tipo de trabajo. 

Cuando aceptamos nuestros propios límites aprendemos a reconocer cuando es necesario pedir ayuda, cuando tenemos que referir un cliente a otro profesional o cuando aceptar que no siempre vamos a obtener una resolución completa en una constelación. Desde nuestro punto de vista esta aceptación es un signo de autenticidad, sabiduría, responsabilidad, respeto por el cliente y madurez terapéutica.

La humildad es, además, clave para mantener una actitud de servicio donde, como facilitadores, nos entregamos al proceso sin esperar un desenlace específico o una validación especial por los resultados obtenidos.

Facilitar desde el no saber

El no-saber es una de las posturas fundamentales para el facilitador de constelaciones familiares, esto implica también atreverse a probar, a testear y errar.

Este espacio de no saber nos permite acercarnos al proceso con apertura, con humildad y sin prejuicios; dando espacio al campo sistémico para que muestre aquello que tiene que mostrar. En una constelación, el campo sistémico contiene la información sobre las dinámicas ocultas que están presentes en el sistema familiar o intrapsíquico del cliente. Cuando adoptamos una postura de no-saber, nos abrimos a lo que el campo tiene que mostrar sin intentar imponer una dirección o un objetivo.

Este enfoque también favorece una escucha profunda, reduce la ansiedad por obtener resultados y promueve la humildad, permitiendo que las intervenciones sean más precisas y que el proceso sea más auténtico y transformador. En resumen, el no-saber no es una limitación, sino sobre todo una maravillosa herramienta que abre la puerta a un trabajo sistémico mucho más profundo y efectivo.

El principal reto del facilitador

El rol del facilitador y del terapeuta no es un rol meramente técnico, sino sobre todo profundamente personal y espiritual. Para poder facilitar adecuadamente, es fundamental que el facilitador haya hecho un trabajo personal profundo especialmente en relación a su propia familia y sus propios traumas. Este trabajo personal contribuye a que no proyectemos nuestras propias dinámicas en el proceso del cliente y a que podamos mantenernos lo más neutrales posible como facilitadores. Es importante, también haber visitado nuestra propia sombra y abismos para poder acompañar a otros en los suyos.

En definitiva, el facilitador en un taller de constelaciones familiares es quién marca la diferencia porque es quien crea y sostiene el espacio, garantiza la seguridad emocional, guía el proceso con neutralidad y realiza intervenciones precisas. 

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