Cuatro maneras en las que el trauma (transgeneracional) puede transmitirse a futuras generaciones

Las experiencias traumáticas no integradas de nuestros ancestros o antepasados, pueden ser transmitidas a las futuras generaciones. Esto no es algo que tenga que ver necesariamente con aspectos genéticos, sino con patrones de comportamiento, respuestas emocionales, formas de ver el mundo y la relación con uno mismo y los otros. 

El trauma transgeneracional puede ser transmitido a las siguientes generaciones de las siguientes maneras:

• Aprendizaje social: es frecuente que los padres que han experimentado un trauma reaccionen con miedo ante ciertos estímulos o que su reacción sea desproporcionada ante determinadas situaciones que no necesariamente conllevan un peligro. Como hijos no solo aprendemos de nuestras experiencias directas, sino que también aprendemos a través de la observación, por lo que es probable que también acabemos adoptando las mismas reacciones que nuestros padres.
• Crianza alterada: las personas que han experimentado un trauma pueden lidiar con una serie de efectos secundarios emocionales y psicológicos como el estrés postraumático, desregulación emocional, ansiedad, depresión, etc... Estos efectos pueden interferir en su capacidad para proporcionar una crianza amorosa y segura a los hijos.
• Alteraciones biológicas:  algunas investigaciones realizadas en la rama de la epigenética sugieren que las experiencias de estrés y trauma pueden alterar la expresión génica. Estos cambios pueden ser pasados a las generaciones siguientes presentando, por ejemplo, una mayor propensión a la depresión o al estrés.
• Cultura del silencio: en algunas familias hay una cierta tendencia a guardar silencio en relación a eventos traumáticos debido a las emociones que generan (miedo, dolor, vergüenza, culpa). Este silencio puede perpetuar los efectos del trauma ya que los miembros más jóvenes, afectados por el mismo pueden llegar a tener dificultades para comprender sus reacciones emocionales o su propia historia.