Qué es estar emocionalmente disponible

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Qué es estar emocionalmente disponible

En los últimos tiempos, especialmente en redes sociales, se escucha hablar de la disponibilidad emocional y de la importancia de ella para forjar relaciones sanas y duraderas sean del tipo que sean: padres-hijos, pareja, amigos. La calidad de nuestras relaciones depende en gran medida de cuán emocionalmente disponibles somos, y de con quién nos vinculamos. Sin esta disponibilidad, las relaciones pueden caer en la superficialidad, la inestabilidad o la insatisfacción.

Todos, en mayor o menor medida, anhelamos una relación con alguien que esté plenamente disponible a nivel emocional para nosotros, pero ¿sabemos exactamente qué es eso de estar emocionalmente disponibles? Y lo más importante ¿podemos estar nosotros, también, emocionalmente disponibles para otros?

Estar emocionalmente disponible implica estar presente en la relación de forma totalmente consciente y empática, siendo capaz de escuchar activamente sin juzgar ni interrumpir, validando nuestras propias emociones y las emociones del otro, incluso en aquellos momentos en lo que no se comparten, y mostrando un interés real por los sentimientos y las necesidades de la otra persona.

La disponibilidad emocional también consiste en permitirnos nuestra propia vulnerabilidad, tener la suficiente valentía como para mostrarnos tal y como somos, hablando de lo que nos duele o nos genera inseguridad, compartiendo abiertamente nuestro mundo emocional y mostrando una coherencia real entre lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos.

Otro aspecto fundamental de la disponibilidad emocional es el compromiso con la otra persona. Esto implica ser capaces de sostener el vínculo incluso en los momentos de tensión o de incomodidad, no huyendo ni cerrando la puerta en cuanto empiezan a aparecer conflictos o emociones demasiado intensas.

Curiosamente, estar emocionalmente disponible para el otro también no implica decir siempre sí, ni responsabilizarnos de lo que el otro está sintiendo; sino que implica saber poner límites sanos y amorosos, saber decir un “no” desde el respeto por el otro y saber reconocer cuando no tengo la capacidad de sostener al otro sin perderme a mí misma.

Y por último, otro aspecto que creo que es importante contemplar cuando hablamos de disponibilidad emocional, es nuestra capacidad de ser conscientes de aquellas heridas emocionales y patrones relacionales que interfieren en la relación para poder tomar responsabilidad sobre ello y trabajarlo.

Ser alguien que está emocionalmente disponible no es algo que se “tiene” sino que es algo que se cultiva conscientemente y se “trabaja”. Es un proceso de autoconocimiento y de práctica en nuestras relaciones que implica conocernos emocionalmente, permitirnos sentir nuestras emociones, aprender a regularlas y trabajar nuestros miedos a estar en relación (heridas de rechazo o abandono, miedo a sentirnos vulnerables, etc...) así como el desarrollo de habilidades de escucha y comunicación cuando no contamos con ello.

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