La dificultad de recibir

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La dificultad de recibir

En una relación personal recibir algo de alguien no siempre es fácil, a veces es mucho más complejo de lo que podemos imaginar.  Esa complejidad tiene su origen en el principio sistémico del equilibrio, que arroja la premisa de que para que una relación funcione bien debe haber un equilibrio entre el dar y el recibir. Premisa que podemos comprobar en nuestra propia piel en momentos en los que, por ejemplo, no nos sentimos bien remunerados o compensados en el trabajo o nos expresamos en relación a algo con frases como la de “es que no me compensa”.

Recibir y el sentimiento de deuda

Cuando recibimos algo de otra persona se genera, energéticamente, una deuda con el otro. Deuda que, en ocasiones es sumamente incómoda y que deriva en un deseo inmediato de devolver de la manera que sea. Ese impulso de devolver, a veces es tan automático que nos olvidamos de prestar atención al otro, a lo que recibimos y a lo que nos quiere expresar a través del dar; empezamos inmediatamente a pensar en cómo vamos a devolver al otro.

Esto sucede cuando soltamos un “te debo una”, “la próxima pago yo”, “no, no… pago yo”; o simplemente cuando empezamos a rumir para ver qué regalo podemos hacerle al otro lo antes posible.

Esta actitud, generada por esa incomodidad de la deuda, puede ser tan automática que incluso puede resultar incómodo para el que da, que puede terminar llevándose la sensación de que, quizás, su regalo no ha sido tan valorado ni visto como a él le hubiera gustado.La incomodidad de la deuda incide en tu capacidad de recibir con el corazón abierto, de acoger y agradecer el hecho de que el otro puede estar mostrándote su amor, su aprecio a través de su regalo; así que párate, respira, abre el corazón para recibir esa invitación, ese regalo o lo que sea… y tómalo como muestra de aprecio… y después agradece.

Detrás de esta incomodidad puede haber múltiples cuestiones, desde el pensar o creer que el otro nos está dando porque quiere algo a cambio y ya nos lo hará pagar, hasta el hecho de que recibir nos hace sentir más pequeños, en cierta manera vulnerables. Incluso es posible que detrás de esa incomodidad también se aloje una baja autoestima o algún tipo de lealtad sistémica que nos hace sentir poco merecedores. Es por esta incomodidad por la que a muchas personas les resulta mucho más fácil dar que recibir. Para estas personas “dar” les pone en la posición de “fuerte” y son capaces de dar hasta lo que no tienen o lo que no les sobra para evitar experimentar la vulnerabilidad del recibir.

El recibir, el de verdad; aquel en el que se acoge lo que el otro te da en tu interior, es también el primer paso para agradecer. No es lo mismo decir “te debo una” que, simplemente, decir “Gracias, lo disfruto!”.

Puedes hacer la prueba y ponerte en los zapatos del amigo o la persona que te ha dado algo o te ha hecho un regalo o una invitación. Es sensiblemente diferente ¿no crees?.

El espacio desde el que “damos”

Adicionalmente, para que alguien reciba, tiene que haber una persona que dé, y el espacio desde el que el otro da también influye de manera significativa en cómo nos sentimos cuando recibimos. Aunque dar pueda parecer más fácil también hay varias formas o espacio desde los cuales podemos “dar”, espacio con un impacto directo en cómo le hacemos sentir. A mí se me ocurren tres espacios, aunque no sé si puede que se me esté escapando algo:

  • Podemos dar como una manera de demostrar afecto, cariño, amor o agradecimiento hacia el otro
  • Podemos dar esperando recibir algo a cambio, situación mucho más habitual de lo que creemos, especialmente cuando necesitamos sentirnos vistos o tenemos algún déficit a niel de necesidades.
  • Podemos dar simplemente por compromiso…. no puedo evitar pensar en los regalos de navidad de empresa
  • Podemos dar para saldar una deuda

Y aquí también puedes hacer la prueba de ponerte en los zapatos del otro (en este caso del que recibe) y verás como, sin duda la experiencia es muy diferencia en un espacio u otro.

Si alguien da amorosamente es muy probable que el otro, en el caso de que sienta dificultad al recibir, sienta una incomodidad mucho más ligera y liviana y que pueda abrirse poco a poco al recibir

Si alguien da esperando recibir algo a cambio del otro, esa incomodidad va a ser pesada y difícil de gestionar. Es una cuestión simplemente energética y el intento de manipulación se detecta. Lo que el otro te da puede caer en saco roto y además puede provocar una tensión adicional al que recibe.

Si alguien da, simplemente por compromiso también puede ser una situación incómoda, pero más fácil de sostener que las anteriores. Es muy posible, además, que en el caso de que alguien te de por compromiso te cueste encontrar la energía o el espacio adecuado para devolver; para establecer un intercambio dinámico entre el dar y el recibir que permita que la relación y la confianza crezca

Y por último, si alguien da para saldar una deuda, desde mi punto de vista es una posición relacionada con una dificultad para recibir, una resistencia a experimentar la vulnerabilidad del que recibe.

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