Constelar a un hijo adulto
Una de las principales preguntas que surge cuando hablamos de constelar a un hijo adulto es si es éticamente válido o efectivo hacerlo cuando este no está presente o no ha solicitado la constelación. La respuesta es sí, pero con matices muy importantes a tener en cuenta. En el enfoque de las constelaciones familiares, la premisa es que, al tratar a uno de los miembros del sistema, todo el sistema se ve influenciado. Por tanto, al constelar a un hijo adulto a través de uno de los padres, el hijo puede beneficiarse indirectamente, ya que se está trabajando en el mismo sistema del cual él forma parte. Pero mejor vamos a profundizar en el tema para entenderlo mejor.
Desde nuestro punto de vista, cuando hablamos de constelar a un hijo no se trata de intervenir directamente en la vida del hijo con la intención de intentar "arreglarlo" desde una posición de control. Más bien, la constelación va a permitir al padre o a la madre que reconozcan y desvelen las dinámicas familiares y transgeneracionales que puedan estar afectando a su hijo, y que al mismo tiempo tomen conciencia y responsabilidad por su propio lugar y aportación al sistema. Esta toma de conciencia puede generar un cambio profundo en la forma en que los padres perciben y se relacionan con su hijo, lo que indirectamente puede abrir un espacio más amoroso para él.
Uno de los principios clave en las constelaciones familiares es el respeto por la autonomía y el destino de cada miembro del sistema. Cuando un hijo llega a la edad adulta, se espera que tenga la capacidad de asumir la responsabilidad por su propia vida, decisiones y problemas. En este sentido, constelar a un hijo adulto puede generar un conflicto de autonomía y suponer una falta de respeto a su destino y camino evolutivo, especialmente si el hijo no ha dado su consentimiento o si no está interesado en participar en una constelación.
Somos conscientes de que los padres, incluso cuando sus hijos son adultos, a menudo sienten la responsabilidad de protegerlos o ayudarlos y que sufren cuando sus hijos atraviesan una dificultad. Sin embargo, cuando el hijo ya es mayor, la dinámica cambia. Si bien cuando los hijos son pequeños los padres actúan como guías y protectores, cuando estos alcanzan la edad adulta, en lugar de intervenir directamente, deben dejar que los hijos adultos asuman el control de sus propias vidas.
En estos casos particulares, nuestra sugerencia es la de que el padre o la madre que viene a constelar explore qué le sucede a él o ella con la dificultad que está experimentando su hijo. En este sentido es crucial distinguir entre "constelar por el hijo" y "constelar para el hijo". Constelar por el hijo implica que el padre o la madre está mirando las dinámicas familiares en relación con el hijo, buscando comprender mejor su situación dentro del sistema familiar. Constelar para el hijo, sin su consentimiento, puede ser una forma sutil (o no) de intentar cambiar o controlar su destino y, desde nuestro punto de vista, es una falta de respeto a su naturaleza y autonomía.
Cuando un padre o una madre intenta constelar a sus hijos ya adultos, puede ser un claro indicio de que presenta una dificultad subyacente para "soltar" el rol parental. En las constelaciones familiares, ponemos un gran énfasis en el orden y jerarquía dentro del sistema familiar. Los padres tienen el rol de dar y los hijos el de recibir, pero cuando el hijo ya es adulto, este flujo de energía cambia. Es importante que los padres reconozcan el derecho de los hijos adultos a tomar sus propias decisiones y llevar sus propios destinos y caminos evolutivos, aunque eso implique enfrentar dificultades o aprender a través de ellas.
Los padres que no logran aceptar que sus hijos ya no necesitan su intervención constante, aprobación o supervisión pueden perpetuar un desequilibrio en la relación y generar innumerables tensiones. Constelar la situación con un hijo adulto, abre la puerta a que los padres trabajen sobre su propio rol y aprendan a soltar, respetando la independencia y el proceso de vida de sus hijos.
Constelar a un hijo cuando ya es adulto puede ser un asunto, desde nuestro punto de vista, sumamente delicado y debe abordarse con mucho cuidado y respeto por la autonomía, la vida y el destino evolutivo del hijo. Para ello es fundamental que la constelación se enfoque, no desde el lugar de querer arreglar o controlar la vida de los hijos ya adultos, sino desde la intención de resolver las dinámicas familiares que pueden estar afectando a todo el sistema (y a este hijo). El respeto por el libre albedrío del hijo adulto, su proceso personal y la aceptación de su responsabilidad son aspectos clave para que la constelación sea efectiva y amorosa y respetuosa para todos los implicados.
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