C贸mo la culpa regula nuestra pertenencia a la familia y otros grupos sociales
La culpa es una emoción que desempeña un papel importantísimo en la regulación de nuestra pertenencia a la familia y otros grupos sociales. Desde una perspectiva evolutiva, el ser humano es sistémico: necesitamos pertenecer a un sistema para sobrevivir, desde el principio de los tiempos hemos evolucionado en comunidades donde la cooperación y la cohesión del grupo eran esenciales para nuestra supervivencia.
Estas comunidades, grupos o sistemas a los que pertenecemos se rigen por unas normas y leyes que, en ocasiones son visibles y, en algunos otras invisibles. La culpa surge cuando, como miembros del grupo o sistema, percibimos que hemos violado alguna de estas normas o cuando sentimos que hemos perjudicado a otro miembro del grupo o al propio sistema. Esta emoción actúa como un correctivo interno que nos motiva a rectificar nuestro comportamiento, lo que a su vez contribuye a reforzar las normas del propio grupo y la cohesión social.
La pertenencia al grupo viene acompañada de la internalización de sus normas y valores (las hacemos propias). La culpa ayuda a la persona a alinearse con lo que el grupo espera de ella. Desde el punto de vista sistémico familiar esto implica esas dosis de culpabilidad que es posible que experimentemos cuando sentimos que no hemos cumplido las expectativas de nuestros padres o mayores.
La culpa regula nuestra pertenencia a través de:
- El refuerzo de las normas sociales: las normas y valores de un grupo son esenciales para su funcionamiento y cohesión. La culpa refuerza estas normas al castigar internamente a quienes las violan, así incentiva la conformidad y la cooperación.
- El mantenimiento de las relaciones interpersonales: las relaciones interpersonales dentro de un grupo se mantienen y fortalece cuando los miembros, que han vulnerado las normas, son capaces de reconocer y corregir sus errores. La culpa facilita este proceso al impulsarnos a reparar el daño causado y a restaurar la armonía en las relaciones.
- La identidad de grupo: la culpa contribuye a la identidad del sistema al promover comportamientos que son coherentes con las normas y valores compartidos en él. La experiencia compartida de la culpa y la redención fortalece el sentido de identidad y la pertenencia de los miembros del grupo.
Vulnerar las normas del grupo/familia
En ocasiones, como parte de tu proceso personal, sientes que para crecer o para estar mejor contigo mismo necesitas vulnerar algunas de las normas del grupo. Este dilema supone un importante conflicto interno donde se pone en juego la necesidad de pertenencia, por un lado, y por otro lado nuestra autenticidad, la necesidad de ser uno mismo y de guiarnos por nuestras propias normas y valores.
La idea de romper con las normas y reglas del grupo/familia/sistema puede generar intensos sentimientos de culpa e incluso ansiedad. La culpa surge porque se percibe una transgresión a las normas internas del grupo, mientras que la ansiedad es muy frecuente que esté asociada al miedo a ser rechazado por el grupo, la familia o el sistema. Al vulnerar las normas del grupo, puedes experimentar el rechazo o la exclusión social, lo que puede ser profundamente doloroso y generar un sentimiento de aislamiento.
Este conflicto, que se da entre el deseo de pertenecer y el deseo de crecer y ser auténtico y leal a uno mismo, puede manifestarse en forma de estrés, indecisión y malestar emocional; pero si la persona decide seguir adelante y vulnerar las normas del grupo, esto puede derivar en nuevas oportunidades para el crecimiento personal, la autoexploración y una mayor autenticidad.
El grupo/sistema/familia ante la vulneración de sus normas
Cuando vulneras las normas del grupo o de la familia, si el grupo es flexible y está abierto al cambio, tu acción puede inspirar a otros miembros a cuestionar y reevaluar las normas establecidas; algo que puede llevar a la evolución del propio grupo. Adicionalmente, tus relaciones con los miembros del grupo pueden cambiar. Algunas pueden debilitarse y romperse, mientras que otras pueden fortalecerse; especialmente en miembros que quizás tienen las mismas inquietudes que tú.
Aunque no todas las personas experimentan la culpa en el mismo grado o intensidad, enfrentar la necesidad de vulnerar las normas del grupo para crecer personalmente es un auténtico desafío que conlleva sentir emociones intensas y tomar decisiones difíciles (dicen que para sentirte libre tienes que atreverte a ser un poquito desleal al grupo o a la familia). Sin embargo, es también una magnífica oportunidad para el autoconocimiento, la autenticidad y nuestro desarrollo personal. Al manejar este conflicto con autocompasión, comunicación abierta y el apoyo adecuado, es posible gestionar este tipo de situaciones de manera que promueva tanto el bienestar personal como, en la medida de lo posible, la evolución del propio grupo.
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