¿Tanto cuesta un saludo?
Yo nací en un pueblecito costero donde, casi todo el mundo cuando se cruzaba por la calle se saludaba. Saludabas a la gente que te sonaba, a los conocidos, al entrar en el super, en los billares, en la carnicería, la frutería. Saludabas a tus padres y a tus hermanos al levantarte o al llegar del cole, a las compañeras de clase, a las profesoras; y te saludaban.
Saludar era una cuestión de educación igual que lo era ceder el asiento o el paso a los mayores, no interrumpir conversaciones, decir por favor y gracias o ser simplemente respetuoso o respetuosa con el otro.
Al cumplir los 18 nos fuimos a vivir a Madrid y allí no se saludaba, o por lo menos en mi vecindario. También es cierto que cuando salías a la calle había tanta gente que no era viable ir soltando buenos días, buenos días, buenos días a toda persona con la que te cruzaras, así que yo también empecé a dejar de saludar. Restringí mis saludos única y exclusivamente a personas que conocía personalmente o a aquellas con las que compartía viajes en el ascensor.
Tras múltiples mudanzas que me han llevado de Madrid a Barcelona, a Sitges, a una masía en el Montseny, Patones de Arriba, Alcobendas, La Latina (Madrid), El Casar, Aldealcorvo y que finalmente me ha hecho aterrizar en Mojacar, un encantador pueblecito de la costa andaluza; me he dado cuenta de que cuando estás recién llegada a un sitio y te saludan por la calle, te saludan los vecinos, el del super de abajo e incluso te saluda la cartera, te sientes muy pero que muy bien recibida.
Cuando te saludan te sientes vista, bienvenida, acogida. Te da pertenencia y abre la puerta a entablar una conversación, y por tanto comenzar una relación de cordialidad con el otro.
Pero también me doy cuenta de que con el saludar nos ha pasado algo parecido a lo que nos ha sucedido con el gracias. Es un convencionalismo, una fórmula que utilizamos en automático; como cuando vas al super y al pagar dices un "gracias" y en realidad hubiera dado lo mismo decir "manzana" o "berberecho".
No ponemos conciencia en el gracias igual que tampoco ponemos conciencia en el verdadero significado del hecho de saludar.
Etimológicamente, la palabra saludar tiene su origen en el término "salutare" del latín y significa desear la salud a alguien; y el buenos días no es otra cosa que desearle alguien que le vaya bien en su día.
¿Cómo sería si empezáramos a poner realmente conciencia en lo que estamos deseándole a esa persona cuando le saludamos o cuando le decimos buenos días?. Yo he empezado a hacerlo y más allá de que el otro o la otra lo note (que lo nota), a mí me sirve.
Saludar conscientemente me hace sentir más conectada con el otro, me hace sentir más positiva, más feliz, más contenta. Me conecta con el amor, con el bienestar, con todo aquello bueno que deseo para el otro a través del saludo. Saludar es una celebración y esto me conecta con el yoga y con su saludo al sol que para mí es gratitud, celebración, bienvenida a un nuevo día.
Cuando te saludo, poniendo conciencia en ello, estoy agradecida por tu existencia, celebro haberte encontrado, te doy la bienvenida deseo que estés y que te vaya bien.
Eduardo Galiano decía que mucha gente pequeña en sitios pequeños haciendo cosas pequeñas podemos cambiar el mundo. Tal vez, empezar a saludar conscientemente sea una de esas cosas pequeñas que puede cambiar el mundo.
#saludoconscientemente
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