Cuando ser amiga/o de tu hija/o se convierte en un problema

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Mantener una relación amistosa con los hijos es maravilloso. Puede promover una atmósfera cercana y de confianza en casa que haga que los hijos se sientan cómodos compartiendo su vida y sus experiencias. Pero, desde el punto de vista sistémico, en ocasiones, adoptar el rol de amigo o amiga puede generar una serie de tensiones familiares y carencias que creo que es importante tener en cuenta.

Una relación entre un progenitor y un hijo o hija es una relación jerárquica, sin embargo una relación de amistad es una relación entre iguales y cuando nos convertimos en amiga o amigo de nuestra hija/o se difuminan los roles y aunque esto no es necesariamente negativo, hay que tener en cuenta que en determinadas ocasiones, y en función de la edad de nuestros hijos, estos van a requerir de unos límite, un apoyo y una dirección y haber adoptado el rol de amiga/o puede dar lugar a tensiones y conflictos si el hijo o la hija te considera un "igual". Es crucial mantener un equilibrio entre autoridad y la amistad y esto implica crear un espacio donde los hijos sientan que pueden hablar y ser escuchados, pero también comprendan que hay reglas y consecuencias.

Una relación amistosa puede fomentar la confianza, la autoestima y la seguridad en los hijos. Pero también hay que tener en cuenta que, si no se maneja adecuadamente, puede interferir con su necesidad de independencia y la habilidad de tomar decisiones por sí mismos y aprender de sus propios errores.

Sistémicamente los padres dan apoyo a los hijos y en una relación de amistad el apoyo es mutuo. Como padres hay que tener cuidado a la hora de depositar determinadas expectativas en el hijo o la hija y reflexionar acerca del espacio en el que estamos si entramos en el rol de amiga/o de mi hija/o. ¿Lo estamos haciendo desde un espacio en el que buscamos o necesitamos de él algún tipo de apoyo?. Para un niño o una niña de una edad temprana (incluso adolescente), apoyar emocionalmente a su madre o padre puede ser una carga y una responsabilidad muy grande.

En una relación de amistad, los conflictos pueden manejarse de manera más abierta y constructiva. Sin embargo, este tipo de relación con los hijos hace que perciban a los padres más como amigos y menos como figuras de autoridad, lo que podría llevar a la falta de respeto o a cuestionar su autoridad cuando se necesite imponer disciplina o guía.

Y ¿Qué ocurre si soy amiga/o de mi hija/o y tengo un conflicto con el otro progenitor?. Es posible que a la hija o el hijo esto también le suponga un dilema y un conflicto. Habrá que preguntarse ¿no estará obligando esta relación de amistad a que mi hija/o tome partido por mí?. Para un hijo o una hija tomar partido por uno de sus progenitores frente a otro es siempre desgarrador ya que sistémicamente son y siempre serán 50% su padre y 50% su madre.

Durante la adolescencia y la juventud, los hijos atraviesan una fase crucial de búsqueda de identidad y buscan independizarse y crear una identidad separada de sus padres. En ocasiones, demasiada cercanía o la percepción de los padres como "iguales" puede interferir con esta diferenciación necesaria. Los jóvenes necesitan sentirse validados en sus emociones y pensamientos, pero también requieren independencia y espacio para cometer errores y aprender de ellos.

Una relación amistosa puede ser muy beneficiosa en la relación con los hijos, pero hay que tener en cuenta sus implicaciones sistémicas, y sobre todo el lugar sistémico que ocupa cada uno con todo lo que ello implica. En los próximos días comenzaremos un ciclo de talleres sobre los principios sistémicos donde podrás conocer más sobre este tema y explorar el lugar que ocupas en tu vida y en las relaciones más importantes de tu vida.

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