Acoger vs Aceptar

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Acoger vs Aceptar

 

En el ámbito del coaching y la terapia solemos utilizar con cierta frecuencia el “aceptar” como una forma de trascender determinadas situaciones. Por ejemplo: “aceptar” una realidad tal como es. Dejar de resistirse a una situación determinada, algo que constituye un primer paso que nos permite recuperar la atención y la fuerza para poder iniciar un camino de crecimiento en una dirección diferente a la de simplemente resistir experimentar aquello que hemos decidido “aceptar“.

 Pero si profundizamos en el propio concepto de “aceptar” : acepto esta situación con mi ex-pareja, con mis padres, con aquel amigo con el que discutí, con este trabajo que me disgusta, con esta circunstancia incómoda…. aunque sin duda constituye un primer paso hacia el cambio; en muchas ocasiones al oírlo denota una cierta carga, una resignación, un “no me queda más remedio”. Incluso en determinados casos un situarse por encima de lo que estás aceptando. Situación similar a lo que sucede cuando digo… “Te perdono“.

 ¿Qué pasaría si en vez de “aceptar” fuéramos un paso más allá y empezáramos a “acoger” las cosas tal como son?. A ser hospitalarios con las circunstancias, con las personas, con los sucesos que hemos experimentado y que nos han hecho daño. A tomarlos tal como fueron pero de una manera más amorosa, tomando responsabilidad por lo que sentimos o decidimos hacer y apreciando la lección aprendida y el papel que han jugado esas personas, eventos o circunstancias en la construcción de la persona que soy ahora. Sé que, en ocasiones, puede ser difícil pero, si lo hacemos ¿no sería ir un paso más allá mucho más enriquecedor para nosotros?

 Aceptar implica un cierto grado de pasividad. Obviamente conlleva una decisión deliberada de dejar de resistirse a una situación o una persona, pero es un pasar página en tu historia que en muchas ocasiones se queda enganchada a un cierto grado de victimismo.

 Crecer es inevitable… de hecho es algo que sucede sólo por el simple hecho de estar vivos. Hay una frase de Carl Jung que decía “Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad”. Esas situaciones oscuras, feas o incómodas de nuestra historia y de nuestras relaciones son resortes de crecimiento y hacer consciente esa oscuridad implica cambiar la mirada del victimismo y empezar a mirarlas y apreciarlas profundizando en lo que aprendimos y lo que somos gracias a ello. Y es a partir de ahí cuando puedes comenzar a “acoger”, cuando puedes ir más allá del “aceptar” para empezar a estar en disposición de decirte sí a ti y de empezar a mirar con amor a esa parte de tu historia que ha sido un sustrato para tu crecimiento y desarrollo.

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